Estrenos de la semana 09/03/06
**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible · Sin valor
por Roger A. Koza
Felices juntos
Secreto en la montaña, EE.UU., 2005.
Dirigida por Ang Lee. Escrita por MacMurtry y Diana Ossana.
** Válida de ver
El taiwanés Ang Lee no es Wong Kar Wai a la hora de explorar el amor entre hombres en un contexto social que no es el suyo, pero como Wong en Happy Together, Lee arrostra el límite de lo aceptable en una industria (y una cultura) conservadora en materia moral. A fin de cuentas, Secreto en la montaña es un film conscientemente comercial, cuya agenda política consiste en extender y orientar la virtud pública de la tolerancia a la esfera de los placeres íntimos. En un país en donde todavía se discute la pertinencia de la teoría de la evolución, es comprensible; un homosexual, para muchos, es todavía una anomalía antropológica.
Basada en una historia breve escrita por Annie Proulx, Secreto en la montaña inicia su relato en Wyoming, 1963. Dos jóvenes se conocen circunstancialmente para un trabajo estacional idóneo para vaqueros. En paisajes montañosos solitarios e inhóspitos velan por la seguridad de miles de ovejas. Pero el deseo no se programa, incluso si éste se contrapone a los propios prejuicios que constituyen en parte la identidad de un cowboy proletario. De aquellos días pasarán tres décadas de un amor vivido en secreto, aun cuando ambos puedan establecer sus respectivas familias.
El exceso de preciosismo de las imágenes, su masculina estética Marlboro puede encantar a un público ávido de belleza preestablecida, pero quizás Lee esté sugiriendo con ese cúmulo de panorámicas la necesidad de expandir la perspectiva. De allí que los amantes consumen su amor en aquellos espacios salvajes, incivilizados. En efecto, la elección estética está subordinada a una difusa premisa ética, típica del liberalismo, cuya máxima reza “no ser cruel implica mirar con perspectiva”.
Lee es un director ecléctico. Hulk, El tigre y el dragón, Comer, beber y amar, películas inconmensurables entre sí, excepto por un motivo que se repite: la interrogación por la identidad y sus límites. En este film desprovisto de naturalidad, la escena en la que Ennis Del Mar le reprocha a su ya viejo amante Jack haberlo convertido en lo que es redime al conjunto de la trama. Es un instante de verdad: el personaje intuye que el único tribunal en donde se compadece respecto de la vida elegida es su propia conciencia
Copyleft 2000-2006
Roger Alan Koza / Con los ojos abiertos
Todos los derechos reservados
por Roger A. Koza
Felices juntos
Secreto en la montaña, EE.UU., 2005.
Dirigida por Ang Lee. Escrita por MacMurtry y Diana Ossana.
** Válida de ver
A pesar de su consciente programa pedagógico y exagerado diseño de arte, el nuevo film de Ang Lee carece de la pasión de su predecesora Hulk y del intimismo de su Cabalgando con el diablo, aunque sus escenas eróticas dignifican los placeres entre hombres.
Sodomitas, invertidos, trolos, gays, modos de nombrar la conducta de un tipo de sujeto cuya elección sexual y afectiva no es mayoritaria. Las palabras ordenan, clasifican, ontologizan, politizan la experiencia. Las imágenes ayudan a representar los conceptos, materializan audiovisualmente aquello que se piensa y no se ve. Hollywood descubre el amor que no se puede nombrar en un género de machos.
El taiwanés Ang Lee no es Wong Kar Wai a la hora de explorar el amor entre hombres en un contexto social que no es el suyo, pero como Wong en Happy Together, Lee arrostra el límite de lo aceptable en una industria (y una cultura) conservadora en materia moral. A fin de cuentas, Secreto en la montaña es un film conscientemente comercial, cuya agenda política consiste en extender y orientar la virtud pública de la tolerancia a la esfera de los placeres íntimos. En un país en donde todavía se discute la pertinencia de la teoría de la evolución, es comprensible; un homosexual, para muchos, es todavía una anomalía antropológica.
Basada en una historia breve escrita por Annie Proulx, Secreto en la montaña inicia su relato en Wyoming, 1963. Dos jóvenes se conocen circunstancialmente para un trabajo estacional idóneo para vaqueros. En paisajes montañosos solitarios e inhóspitos velan por la seguridad de miles de ovejas. Pero el deseo no se programa, incluso si éste se contrapone a los propios prejuicios que constituyen en parte la identidad de un cowboy proletario. De aquellos días pasarán tres décadas de un amor vivido en secreto, aun cuando ambos puedan establecer sus respectivas familias.
El exceso de preciosismo de las imágenes, su masculina estética Marlboro puede encantar a un público ávido de belleza preestablecida, pero quizás Lee esté sugiriendo con ese cúmulo de panorámicas la necesidad de expandir la perspectiva. De allí que los amantes consumen su amor en aquellos espacios salvajes, incivilizados. En efecto, la elección estética está subordinada a una difusa premisa ética, típica del liberalismo, cuya máxima reza “no ser cruel implica mirar con perspectiva”.
Lee es un director ecléctico. Hulk, El tigre y el dragón, Comer, beber y amar, películas inconmensurables entre sí, excepto por un motivo que se repite: la interrogación por la identidad y sus límites. En este film desprovisto de naturalidad, la escena en la que Ennis Del Mar le reprocha a su ya viejo amante Jack haberlo convertido en lo que es redime al conjunto de la trama. Es un instante de verdad: el personaje intuye que el único tribunal en donde se compadece respecto de la vida elegida es su propia conciencia
Copyleft 2000-2006
Roger Alan Koza / Con los ojos abiertos
Todos los derechos reservados
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