CON LOS OJOS ABIERTOS

"El límite de mi mirada es el límite de mi mundo". Críticas, crónicas de festivales, programación de cineclubes y apuntes sobre cine.

domingo, enero 07, 2007

CORTOMETRAJES ARGENTINOS DE LA TERCERA MUESTRA

Mis pies, Matías Herrera Córdoba, Argentina, 2006: El realizador Ernst Lubitsch decía que si uno empieza filmando montañas quizás pueda después aprender a filmar personas. Consciente o no, Mis pies sigue al pie de la letra dicho procedimiento, pues el primerísimo plano de Liliana bailando llega a su debido tiempo, cuando sabemos que es la montaña una pieza de su identidad, y cuando el joven realizador Matías Herrera Córdoba ha establecido desde el inicio del metraje una dialéctica entre paisaje y subjetividad, montaña y rostro, panorámica y primero plano. En efecto, hay en estos 25 minutos de cine una meditación poética sobre la identidad que se desmarca felizmente del nacionalismo de bandera; se trata más bien de una aproximación al fenómeno apelando a dos coordenadas específicas, lo telúrico y lo político (he aquí el porque de la dedicación al gran Gleyzer). Liliana, quien trabaja como empleada doméstica en una ciudad de Catamarca, vuelve a su pueblo ante la proximidad de una celebración religiosa, pero su visita puede ser un regreso. El viaje de la protagonista no sólo implica una elección entre la supuesta riqueza de centro y la pobreza de la periferia, sino la comprobación de que ella pertenece a un movimiento migratorio que la trasciende, una contingencia sociológica que define en parte a quienes se ven obligados a desplazarse. A este nomadismo forzoso, parece sugerir Herrera Córdoba, se lo puede impugnar desde los pies, pisando con ellos el territorio, contradiciendo obstinadamente el consenso de que el único futuro yace en la gran ciudad, la polis de las mercancías. (Roger Koza)

Emiterio, de Diego Seppi y José Tabarelli, Argentina, 2005: El premiado cortometraje documental de Diego Seppi y José Tabarelli es un ejemplo virtuoso de cómo evitar lo pintoresco y lo turístico a la hora de explorar un pueblo y una cultura periférica y lejana, en este caso característico del norte argentino. Emiterio Gutiérrez, un tejedor, además de coplero y animador (así denominan a quienes reemplazan a los curas en las misas) es el anfitrión de la mirada de los jóvenes realizadores, que en menos de 30 minutos logran capturar un estilo de vida sin adulterar su naturalidad. Estéticamente elegante y antropológicamente honesta, Emiterio, a través de un conjunto de panorámicas, planos medios y primeros planos, devela las coordenadas simbólicas y materiales de los pobladores de San Isidro, Iruya, cordillera Oriental Salteña. La copla, el tejido, el paganismo yuxtapuesto al cristianismo, las tecnologías pretéritas combinadas con tecnología de avanzada, la transmisión de saberes tradicionales no del todo integrados al sistema de educación estándar, son parte del descubrimiento de este film, cuya prolijidad formal está al servicio de una inquietud antropológica legítima. (RK)
El regalo de Zapura, Cristóbal Braun Mesples, Argentina, 2005: legítimo ganador de Cortopolis, festival nacional de cortometrajes realizador en Córdoba, la película de Mesples es una sátira inteligente sobre la guerra en general y sobre el conflicto de soberanía con el gobierno chileno a propósito del canal de Beagle. Pero ese es el contexto y el subtexto, pues el texto de la película está centrado en el soldado Zapura, quien recibe un esférico mundialista firmado por el matador Mario Alberto Kempes. Debido al soberano hastío de esta compañía de frontera, todos quieren jugar con la pelota, pero Zapura se niega. No es un balón cualquiera. Y entre la tensión del deseo de sus compañeros, y la tensión política con el supuesto enemigo, la pelota de Zapura habrá de tener su protagonismo. Históricamente precisa, el humor del film sirve para ridiculizar el nacionalismo ramplón, sin dejar al azar una preocupación ostensible por el lenguaje cinematográfico. (RK)

Nueva dirección, Juan Diego Vélez Funes, Argentina, 2006: este cortometraje de Vélez Funes es formalmente formidable y conceptualmente interesante. La decisión de un joven respecto a su destino, irse o no a una ciudad, es ejemplificada por el realizador a través de un paralelismo entre el pasado y el presente de quien tiene que elegir, en un juego dialéctico entre el momento de la decisión y las consecuencias de las mismas. La virtud de Nueva dirección consiste en visualizar estos dos tiempos a través de un montaje ingenioso capaz de decir mostrando aquello que experimenta el personaje. Aquí el uso del travelling es la decisión y el viaje de la película, su nueva dirección. (RK)

Zappeando, Hugo Mayer, Argentina, 2005: ¿Cómo decir en dos minutos que somos lo que vemos? ¿Cómo sintetizar los efectos de una práctica cultural en un plano secuencia? Mayer lo hizo con este cortometraje sugestivo y muy divertido. (RK)