CON LOS OJOS ABIERTOS

"El límite de mi mirada es el límite de mi mundo". Críticas, crónicas de festivales, programación de cineclubes y apuntes sobre cine.

martes, septiembre 05, 2006

ALGUNOS ESTRENOS DE AGOSTO 2006

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible · Sin valor

por Roger A. Koza.

La sabiduría a 52 millas de distancia

La búsqueda, EE.UU., 2006.
Dirigida por Wim Wenders. Escrita por Sam Shepard.
* Tiene un rasgo redimible

La última película de Wenders utiliza y no ahonda el mito cinematográfico clásico por excelencia de la tradición del cine estadounidense, la relación entre el padre y el hijo, aunque su imperfección constatable no disminuye la belleza de sus imágenes.


Dice a propósito de Wenders, el lúcido Serge Daney: “Existe también el placer de recibir un film como si fuera una carta. La estampilla –llamemos a esto el “estilo”- no está allí más que para dar fe de que el autor de la carta es nuestro contemporáneo”. Se estrena un film de Wenders, y uno entonces tiene la esperanza de abrir la carta y dar con quien fue responsable de Alicia en las ciudades y Las alas del deseo , por citar ejemplos notables. La estampilla, al decir de Daney, se reconoce desde un inicio. El ojo de Wenders es prodigioso, y el primer plano del filme ya denota ese placer que la tradición del Western supo extraer del Oeste como concepto de lo infinito, o el paisaje metafísico previo a la civilización y sus leyes. Hay esperanza en esa primera escena que remite al universo visual de John Ford.

La búsqueda, bautismo vernáculo de quienes distribuyen este filme cuyo título original es Don’t Come Knocking , a propósito de un tema musical que se escucha en la película, promete mucho en sus primeros 20 minutos de metraje. Pero lo que parece un regreso al universo melancólico y lírico de París, Texas queda interrumpido por una narración desalineada acerca de un viaje mítico (o un escape) de un célebre actor de westerns en busca de sus orígenes y sus descendientes, itinerario que finaliza ante una señalización misteriosa: una milla para Dividido; 52 millas para La Sabiduría.

El escritor Sam Shepard, aquí responsable como también hace más de veinte años del guión de París, Texas, interpreta a este hombre Marlboro, Howard Spence, que un buen día se manda a mudar en plena filmación de un western, Fantasma del Oeste . Se va a caballo, luego en tren, después en coche. El primer destino es visitar a su madre (Eva Marie Saint), a quien no ve hace 30 años. Allí se entera de que tiene un hijo, consecuencia de un amor pretérito durante una filmación en Montana. Y mientras que un investigador de seguros (Tim Roth), contratado por la compañía de la película de la que se ha fugado, le sigue sus pasos, el cowboy solitario va al encuentro de su primogénito, aunque habrá más sorpresas en materia de linaje.

Visualmente admirable, La búsqueda se impone si uno deja de tomar en serio su historia y se concentra en sus encuadres. Véase, por ejemplo, el contraste en el cielo de Elko y su casino iluminado, una panorámica que bien sintetiza la tensión entre naturaleza y cultura, una elección estética propia de Wenders. El efecto de extrañamiento que obtiene en toda la escena dentro del casino es de lo mejor de la película, efecto que se repite cuando Howard queda a la espera de su hijo sentado en un sofá en el medio de la calle. La búsqueda es una película que estimula el placer de mirar.

Llegó otra carta de Wenders, llegó su última película. No es el Wenders de antaño, pero su cámara sigue viva, y alcanza para recordar que hubo un tiempo en el que las imágenes desconocían los efectos especiales. A eso se le llamaba cine, aunque la sabiduría todavía esté lejos.

Los números y el alma

La prueba, EE.UU., 2005
Dirigida por John Madden. Escrita por David Auburn y Rebecca Miller.
* Tiene un rasgo redimible

La nueva película de Madden es más bien una obra de teatro filmada con pocas ideas cinematográficas, pero alcanza para sentirse menos infantil en un multiplex mientras se ve una película.

Desde la fundación de la academia platónica, hace ya casi dos milenios y medio, los números han sido una cuestión propia del alma. Quien estaba dispuesto a conocerse a si mismo, al menos para Platón y sus discípulos, tenía que saber geometría, una admisión intempestiva para quien posea hoy alguna pretensión esotérica. Probablemente, al director de la sobrevaluada Shakeaspeare enamorado le importe poco la prehistoria de las matemáticas y su conexión con el conocimiento interior, pero su película, La prueba, bien establece el lazo entre el dígito y el espíritu.

Basada en una exitosa pieza teatral de título homónimo, La prueba , cuyo guión fue escrito por el propio autor de la obra, David Auburn, con la ayuda de Rebecca Miller, se inicia con una escena típicamente freudiana, acaso el mejor pasaje del filme. Un padre dialoga con su hija de 27 años (Anthony Hopkings y Gwyneth Paltrow) en el día de su cumpleaños sobre la locura. ¿Puede un loco reconocer su locura? Consciente o no, su hija no puede entender cómo su padre, un matemático consagrado, es capaz de argumentar respecto de un padecimiento que no le es ajeno. Catherine, también matemática, cuida de su padre enloquecido hace años. ¿Es un sueño? ¿Está delirando?

El centro narrativo de la película de Madden, la X a resolver, se predica de examinar si Catherine ha heredado el genio matemático de su padre o la propensión al desvarío mental. O quizás ambas tendencias. “Hasta tu depresión es matemática”, le dice en algún momento su padre. Tras la muerte del padre, quienes están allí para juzgar la normalidad de la heroína son su hermana Claire (la excelente Hope Davis) y un joven discípulo del padre, quizás pretendiente, Harold (Jake Gyllenhaal, más cerca de su papel en Cielo de Octubre que de Secretos en la montaña). Una tesis revolucionaria sobre los números primos habrá de ser la evidencia más confiable para probar la sanidad de Catherine, o en su defecto, la de su padre, aunque quienes tienen que determinarlo no estén del todo en su sano juicio. En efecto, el mismo comportamiento obsesivo de Claire es una toda una objeción respecto del siempre sospechoso concepto de normalidad.

Más teatral que cinematográfica, La prueba, es una de las tantas películas sobre gente inteligente que es menos inteligente que sus criaturas. Mucho se dice, poco se muestra, y el ostensible compromiso de sus intérpretes no se cristaliza en una película rigurosa, pues Madden no confía en las imágenes como portadoras de significado y debe valerse entonces en el subrayado del texto, frecuentemente apoyado por una omnipresente banda de sonido. Sin embargo, el noble material de este drama abstracto, cuyas únicas referencias al contexto social son comparar la paranoia de Catherine con el control de pasajeros en los aeropuertos y la superioridad del café de Nueva York respecto al de Chicago, compensa su poco ingenio cinematográfico. Después de todo, esta es una película sobre individuos y no superhéroes, un honesto aunque limitado intento de esclarecer la madeja del pensamiento.

OTROS ESTRENOS

Cándido López: los campos de batalla, Argentina, 2005.
Escrita y dirigida por José Luis García.
*** Hay que verla
“Hubo una vez en Sudamérica. Cuando los límites entre los países eran aun imprecisos. Una guerra que apenas figura en los libros de historia”. El consistente y necesario film de José Luis García materializa en imágenes lo que el historiador Tulio Halperín Donghi denomina el orden poscolonial, es decir el período histórico en donde se constituyeron los Estados-Naciones del Sur de América Latina a mediados del siglo XIX. Y el medio de reconstrucción del tiempo pretérito es la pintura de Cándido López, el artista y militar manco que a través de sus cuadros registró la sangrienta guerra contra el Paraguay perpetrada por la Triple Alianza. García parece entender su película como un viaje exploratorio, aunque más apropiado sería pensar a Cándido López como un trabajo de arqueología simbólica. En efecto, en su periplo el joven realizador espiga entre los desechos de la historia y encuentra que el pasado todavía proyecta su herencia en el presente. El imperialismo, la deuda externa, los efectos del vetusto orden poscolonial siguen vigentes, cuyo ejemplo más evidente es la proscripción del guaraní como lengua oficial del Paraguay, medida tomada tras la derrota en 1870, cuya validez caducó en 1992, más de ciento veinte años después. Si los combatientes carecen de ojos en los cuadros de Cándido López, y solo los muertos tiene el derecho a poseer un rostro y una mirada, García les presta al espectador unos lentes poderosos para escrutar la historia que poco se sabe aunque muy a menudo se repite.

Paradise Now, Palestina, 2005.
Escrita y dirigida por Hany Abu Assad.
*** Hay que verla
En el pasado festival internacional de cine de Hamburgo escuché declarar a Assad que la película que más le había emocionado como director era Rosetta, de los hermanos Dardenne. Inmediatamente me propuse ver su película sobre dos jóvenes palestinos que deciden inmolarse para luchar por la libertad de su pueblo oprimido. El resultado fue más que satisfactorio, pues el film de Assad no sólo es un efectivo thriller político, menos sangriento que Munich aunque tan humanista como el film de Spielberg, sino que además es un retrato y una genealogía de la intimidad del “terrorista” palestino, cuyo desesperado fanatismo se predica de una vida humillada e injusta, desprovista de todo rasgo de dignidad humana. Como Munich, Paradise Now en el paraíso no se llevó ningún Oscar, lo que habla a favor suyo. El último plano del film es el rostro del Otro, ese Otro que el filósofo judío Levinas ha acuñado para sobrepasar el odio irracional.

Mi verano de amor, de , Reino Unido, 2005.
Dirigida y escrita por Pawel Pawlkovski
** Válida de ver

Esta bellísima e inteligente película ha sido vendida como la versión inglesa y feminista de El secreto de la montaña. Quizás. No se trata del amor entre cowboys sino entre dos mujeres jóvenes en un medio rural inglés en donde la vida social está regulada por una ética conservadora y una existencia anodina. Pero el film del polaco Pawlkovski es en verdad otra cosa: un estudio minucioso de cómo se obtiene la maduración psíquica y la autoestima en el complejo pasaje de la adolescencia a la vida adulta, y cómo ello no es ajeno a la pertenencia de clase.

Copyleft 2000-2006/Roger Alan Koza

* Tanto la crítica del film de Wenders como el de Madden fueron publicadas durante el mes de agosto por el diario La Voz del Interior de la ciudad de Córdoba.