CON LOS OJOS ABIERTOS

"El límite de mi mirada es el límite de mi mundo". Críticas, crónicas de festivales, programación de cineclubes y apuntes sobre cine.

domingo, diciembre 31, 2006

ALGUNOS ESTRENOS DE DICIEMBRE

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible · Sin valor

por Roger A. Koza.

PATOLOGÍA DE LA VIDA AMOROSA

Una pareja perfecta, Francia y Japón, 2005.

Escrita y dirigida Nobuhiro Suwa.

*** Hay que verla

La nueva película de Suwa, estrenada en DVD, es un exponente legítimo de cine moderno, una excelente oportunidad para reconfigurar el aparato perceptivo intoxicado por una lógica cinematográfica unidimensional que constriñe la mirada.

El amor, ese vocablo equívoco aunque irremplazable que todos repetimos sin saber exactamente qué decimos, creyendo que en esa palabra yace el misterio del universo. Sin duda, el título del filme de Nobuhiro Suwa, uno de los grandes maestros del cine japonés actual, pueda convocar a todos los militantes del corazón, pero Una pareja perfecta habrá de desmantelar el amor romántico hasta sus últimas consecuencias.

El relato es casi una anécdota, cómo se desarrolla el mismo es una experiencia. Con menos de 50 planos, la mayoría planos secuencia, Una pareja perfecta retrata la posible disolución de una pareja modelo, al menos esa es la percepción de quienes la rodean, los amigos cercanos. Es un vínculo crepuscular, el que una fotógrafa que no ejerce, Marie, y un arquitecto, Nicolás, sostienen mientras que visitan Paris, invitados a una boda.

Ocasión perversa para meditar sobre el destino sentimental, la fatiga domina, el resentimiento amenaza y la convivencia en un hotel es un ensayo de independencia. Cada uno tiene su cama, después su habitación, aunque como todas las parejas que reconocen su decadencia ejercitan los rituales característicos que contradicen una evidencia: un posible último coito, mostrar el cuerpo desnudo, seducir incluso antes de devenir en ausencia para el otro. No sabremos el por qué del agotamiento amoroso, pero en dos visitas sucesivas al museo de Rodin sí hay un indicio de parte de Marie: 15 años de matrimonio sin un vástago puede ser material de una profunda frustración.

Glacial y minimalista, Una pareja perfecta puede hastiar a quien esté desatento, y puede enseñar a quien esté dispuesto a aprender con su mirada. El filme de Suwa es formalmente prodigioso. Por lo general, la cámara está fija. Los intérpretes se desplazan por el cuadro y la cámara es una continuación exacta de los ojos de quien mira. Los planos son medios y generales, lo que implica una percepción distante, a contracorriente de un drama intimista.

Es una decisión estética que tiene efectos en la percepción. En ocasiones, Suwa utiliza primeros planos de los rostros, y ello altera la relación con el relato. El recurso del plano y contraplano, la regla del cine Hollywoodense para que dos personajes dialoguen, nunca es empleado, excepto una vez. En otras palabras, la verdadera pareja perfecta del filme es el maridaje entre forma y contenido, que alcanza su perfección en el claroscuro, concepción fotográfica ideal para mostrar algo que muere.

Admirador de la Nouvelle Vague, Suwa ya había explorado en 2 Dúo y M/Other las patologías de la vida amorosa en el contexto japonés; la novedad aquí reside en elegir a Francia como paisaje simbólico. E insiste en postular que el amor tiene fecha de vencimiento, y que amar sin desear es la genealogía universal de un pacto inconsciente entre los amantes que nada tiene que ver con el amor. Y sin embargo, en esa bellísima escena de despedida en una estación de tren, Suwa todavía cree en la pareja, obstinada elección de a dos para habitar la propia soledad.

EL CAMPO DE LOS SUEÑOS

Sin destino, Hungría, Alemania, Reino Unido, 2005.
Dirigida por Lajos Koltai.
Escrita por Imre Kertész


*** Hay que verla


Esta película sobre el Holocausto ofrece una perspectiva diferente del tema, y es ésa su mayor virtud, aunque algunos pasajes son propios de quien ha experimentado y no imaginado la vida en los campos.


El Holocausto, aunque todavía hay gente dispuesta a negarlo (y en eso el presidente de Irán no es el único) es la mácula del Siglo XX, el punto de inflexión que supera infinitamente el antisemitismo o toda política fundada en la intolerancia. La noción de crimen contra la humanidad, si bien puede ser aplicada a cualquier momento histórico en donde la crueldad y el asesinato son la regla, alcanza su formulación en 1945. El poder del cine es mostrar, dar visibilidad, insistir que el plano existe como evidencia. Las imágenes verdaderas interpelan al espectador, lo comprometen a mirar, a no huir. La luz del cine imputa. Dicho de otro modo: ¿cómo pensaríamos la exterminación sistemática y racional del pueblo judío perpetrada por los nazis si no hubiera existido el cine? Noche y niebla de Resnais y Shoah de Lanzmann son muchos más que películas: son intervenciones sobre la memoria histórica con una divisa específica: atrévase a mirar.

Es probable que el público decida ignorar olímpicamente Sin destino, la opera prima de Lajos Koltai, basada en la autobiografía del premio Nobel Imre Kertész y su compleja experiencia durante su adolescencia en varios campos de concentración. La taquilla dice que James Bond, ahora con un perfil más proletario, domina, aunque quienes vean este relato existencialista sobre el Holocausto podrán ver por unos minutos al nuevo 007 en un breve pasaje.

György es un adolescente judío, unos de los 800.000 que fueron tardíamente enviados a Auschwitz, Buchenwald u otros campos. Al ser Hungría un país aliado a las potencias del Eje, los judíos de dicha nacionalidad vivieron la humillación y su concomitante aniquilación bajo otra lógica, al menos en su inicio. Por eso puede confundir el hecho de que su padre se va para la guerra, o que György tiene que dejar la escuela para trabajar manualmente en función de ésta. Hasta que un día es arrestado por un gendarme y empieza la deportación. Después es el relato lúcido de un sobreviviente.

Lajos Koltai es un destacado director de fotografía. Como director se vale de su trayectoria para que la abyección tenga un color adecuado. El predominio paulatino del gris y los verdes amarillentos implican una estética subordinada a una ética, que también puede verificarse en los encuadres y movimientos de cámara. Véase las sesiones en donde los prisioneros formados en fila permanecen de pie por tiempo indefinido, pasajes alucinatorios en el que se revela la absurda aunque inevitable obstinación de vivir.

Sin destino evita el sentimentalismo y nunca pretende aleccionar. A veces el refuerzo musical es proclive a proteger al espectador ante la fuerza física de las imágenes, un paliativo sonoro ante la vergüenza de lo que pueden hacer los hombres. Pero los últimos 20 minutos, cuando György regresa a su Budapest pretérita, Sin destino impugna la interpretación bienpensante y se vuelve insolente. “No existe el infierno, sí los campos”, dice el púber. Y ante la mediocridad moral de sus coetáneos enuncia lo impensable, nostálgicamente: “la felicidad de los campos”. Reverso exacto de un mundo fantasma para un espectador desprotegido.

PLEGARIAS CORPORALES

Samsara, India, Italia, Francia, Alemania, 2001.
Dirigida por Pan Nalim. Escrita por P. Nalim y Tim Baker

* Tiene un rasgo redimible

Este film es un ejemplo de Budismo for export, aunque no por ello deja de ser preciso y crítico respecto a la milenaria sabiduría proveniente del viejo príncipe indio, quien fundó esta difusa y variopinta religión.

El Budismo, religión y filosofía polifacética, fascina al Occidente materialista. Su versión tibetana, la más cinematográfica por su esteticismo y exotismo, ha capturado recientemente la atención de tres maestros del medio: Bertollucci y su Pequeño Buda, Scorsese y su Kundun, Herzog y La rueda del tiempo. Aquí llega otro retrato contemporáneo del Budismo tibetano pero bajo la mirada vernácula de Pan Nalim, director indio, aunque las tribulaciones de un monje tibetano y su despertar sexual ejemplifiquen una experiencia ubicua en todas las religiones: la contienda entre la carne y el espíritu.

Al norte de la India, en la meseta tibetana, a 4.500m de altura sobre el nivel del mar, se encuentra Ladakh, región cuyos paisajes lunares y desérticos se confunden con un centenar de gompas (monasterios). Es una tierra de ensueño, casi detenida en el tiempo, aunque en la pequeña ciudad de Leh el mundo esté al alcance vía Internet.

En este lugar del mundo también llamado el último Shangri-La la vida monástica empieza muy temprano. Tashi (Shawn Ku), un joven lama que acaba de finalizar una extrema meditación en total aislamiento de tres años, ha sido monje durante toda su vida. Su reciente proeza ascética es coronada por su comunidad y el jefe espiritual de su orden. Sin embargo, durante el festival anual que se realiza en el Hemis Gompa, Tashi, interpretando a un demonio en la danza conocida como Padmasambhava, representación mítica de la lucha contra el mal, se distrae mirando un pezón materno. Es el inicio de una transformación. Tashi no sólo habrá de casarse y devenir en padre de familia y hombre de negocios, sino que también habrá de conocer la compleja lógica del deseo.

El término sánscrito Samsara significa el círculo o rondas de existencias, es decir, la peregrinación de encarnaciones repetitivas mientras que uno no se libera u obtiene el Nirvana, aunque no hay una interpretación consensuada sobre la relación entre el Samsara y el Nirvana. La misma duda de Tashi, abandonar el mundo o involucrarse en él y encontrar allí su libertad, remite a viejas pero vigentes disputas teóricas entre los budistas. Y Pan Nalim agrega, además, una relectura feminista y heterodoxa sobre la iluminación (y crueldad) del príncipe Siddhartha, el Buda histórico.

Samsara es una película de descubrimiento. Sus panorámicas registran la belleza de una geografía en donde la arquitectura y la montaña, la cultura y la naturaleza están coordinadas en una cosmovisión específica. En ese sentido, las escenas eróticas del filme también dan cuenta de una comprensión determinada respecto de los placeres corporales, en la que los planos detalles y la elección del encuadre delimitan una perspectiva cultural. De hecho, debe ser una de las pocas películas en la que nuestro imaginario erótico, colonizado por la pornografía, puede renovarse, al menos así lo sugieren algunos pasajes, en especial el que protagoniza una mujer hindú.

Desear o no desear, esa es la cuestión. El cuerpo y sus expresiones, aquello que todas las religiones intentan codificar para garantizar menos sufrimiento, también tiene sus plegarias.

TODAS LAS CRÍTICAS HAN SIDO PUBLICADA EN EL DIARIO LA VOZ DEL INTERTIOR DE LA CIUDAD DE CÓRDOBA DURANTE EL MES DE DICIEMBRE 2006

COPYRYLEF 2000-2006/ ROGER ALAN KOZA