CON LOS OJOS ABIERTOS

"El límite de mi mirada es el límite de mi mundo". Críticas, crónicas de festivales, programación de cineclubes y apuntes sobre cine.

jueves, abril 20, 2006

Estrenos de las semanas 6,13,20/04/06

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible · Sin valor

por Roger A Koza

La hora de la multitud

V de venganza, EE.UU-Alemania, 2006
Dirigida por James McTeigue. Escrita por Larry y Andy Wachowski

** Válida de ver
Esta fantasía anárquica post 11 de septiembre es cine popular del mejor, pues no concibe a su espectador como un idiota (en el sentido griego del término); ideológicamente contradictoria y elemental, esto es Hollywood al filo de la sedición.

Después de Matrix, es decir, después de recontextualizar el mito de la caverna de Platón en términos virtuales a la Baudrillard, los hermanos Wachowski, aquí guionistas y autores intelectuales de V de venganza, junto a su asistente de dirección en el comando, adaptan la novela gráfica de del anarquista británico Alan Moore bajo otra propuesta político-filosófica. La lectura obligatoria ahora es Imperio y Multitud de Negri y Hardt. Basta de examinar la noción de simulacro, es tiempo de revolución (o de anarquía).

En un futuro no muy lejano aunque evidentemente contemporáneo, Inglaterra es un estado totalitario (Estados Unidos ha colapsado). En una combinación sugerente entre el universo reaccionario de 1984 y la actual xenofobia respecto de los musulmanes, V de Venganza establece su escenario. El periodismo audiovisual es un Ministerio de la verdad orwelliano: todo lo ocurre es manipulado, pues la razón de Estado así lo requiere; la seguridad es incompatible con la verdad a secas. Pero un enmascarado, inspirado en Guy Fawkes, el mercenario y conspirador católico que en pleno siglo XVII anheló volar en mil pedazos el parlamento británico, tiene una nueva agenda política: destruir un orden social para crear una esperanza colectiva.

Políticamente confusa e impetuosa, y estéticamente insulsa, V de venganza es un objeto de meditación sociológica. Aquí se reivindica el terrorismo como una legítima táctica política, e incluso, sin dejar de condenarla, la tortura puede ser asimilada como una suerte de ascesis perversa destinada a vigorizar el carácter del revolucionario. Sin dudas, el 11 de septiembre ya no funciona como una interdicción, sino más bien como una fuente de inspiración narrativa con fines múltiples.

Si V de venganza tuviera la concepción de diseño de Ciudad de pecado (un film abominable ideológicamente aunque formalmente respetable) y mayor consistencia intelectual hubiera sido una película seminal e histórica. La sofisticación no es su fuerte, menos aún la agudeza, pues por citar a la anarquista Emma Gordon, sobre la importancia de la danza para una revolución, no se predica lucidez. Pero la fantasía de insurrección sí alcanza como sugerencia: la multitud puede ser concebida como resistencia ante el imperio y sus injusticias
.
***
Woody juega a los dados
Match point, EE.UU-R.U., 2005
Escrita y dirigida por Woody Allen

** Válida de ver


La nueva propuesta cinematográfica de Allen está destinada al encomio y la victoria, a pesar de que sus insuficiencias son tan evidentes como algunos de sus aciertos.

En una discusión entre varios críticos de Cahiers du cinema, publicado en el libro Teoría y crítica de cine, se postula que el cine de Woody Allen es ejemplo de un tipo de predilección característico de una generación que ve en el autor de Maridos y Esposas una alternativa estética y narrativa al cine dominante. ¿Es Allen un antídoto? ¿Match point, es acaso un objeto legítimo de cinefilia?

Filosóficamente interesante y cinematográficamente ambiciosa, Match point funciona más como exploración moral y metafísica que como thriller de qualité. Esta fantasía aristocrática tiene como protagonista a un tenista profesional abnegado, cuyo sustento material depende de su paciente pedagogía aplicada a los neófitos aprendices ricos del deporte de Federer. En sus ratos libres lee a Dovstoviesky, aunque su inverosímil pasión por la literatura existencialista habrá de ser reemplazada por un gusto consciente por el confort y la opulencia. Tal metamorfosis se predica del conveniente romance con la hermana de unos de sus alumnos millonarios. Sin embargo, la prometida del cuñado, una actriz norteamericana intentando triunfar en Londres habrá de caotizar la ascensión social del joven tenista.

¿Crímenes y pecados revisitado? Sin dudas, Allen aquí repite el mismo motivo narrativo y móvil filosófico, aunque aquel film, que sí lo tenía de protagonista junto a Martin Landau, estaba mejor enhebrado como pieza cinematográfica. Nótese el carácter artificioso de la primera media hora de Match point, cuya apoteosis del ridículo se condensa en la escena en la que Rhys Meyers conoce por vez primera a Johansson. Esa escena, la seducción en torno a la mesa de ping pong, explicita cuanta grosería revestida de monería de elite protege a la película. La elección musical es otro dispositivo de seriedad y solemnidad. Ello no invalida que los últimos 30 minutos de metraje el film dignifique su propuesta, pues un asesinato y sus consecuencias, derivan en una materialización contundente de la apuesta de Allen: un universo metafísico regulado exclusivamente por el azar y la estructura de la conciencia atravesada por la culpa.

Cuando el bergmanismo de Allen fagocita su humor marxista, sus películas adquieren un tono de gravedad incompatible con su lucidez extraída de lo cómico. Sin embargo, Match point es eficiente en establecer su predilección por el acaso. Dios no juega a los dados, Allen sí, aunque en esta ocasión el artista de Manhattan se asocia con los religiosos en el desprecio esotérico respecto del humor.
***
Derecho de familia, Argentina, 2006.
Escrita y dirigida por Daniel Burman
** Válida de ver
La mejor película de unos de los realizadores más destacados de la industria cinematográfica nacional, si es posible postular tal cosa, es una comedia que parece costumbrista, aunque destila mucho más la subjetividad de una generación que las costumbres de un pueblo en su conjunto. Aquí, Hendler vuelve a repetir, esencialmente, ese personaje distraído aunque perceptivo de otras películas del director, cuyas variaciones por título le va otorgando nuevas aristas existenciales. Aquí se trata de un abogado y profesor universitario que azarosamente se enamora de una profesora de Pilates, con la que tiene un hijo, de lo que predica una revisión general del lugar de su propio padre ahora que ya no es solo un hijo. Burman ha encontrado un timing preciso para cada escena que constituye su película, y los vínculos se subordinan a retratar una época cultural y sus prácticas (Pilates, los colegios, el ejercicio de la paterniad). Sus observaciones son pertinentes y graciosas, y su mérito es no valerse jamás de un recurso propio y dominante de la generación a la que pertenece el realizador: el cinismo.

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