CON LOS OJOS ABIERTOS

"El límite de mi mirada es el límite de mi mundo". Críticas, crónicas de festivales, programación de cineclubes y apuntes sobre cine.

miércoles, abril 11, 2007

PROGRAMACIÓN COMPLETA ABRIL Y MAYO DEL CINECLUB CON LOS OJOS ABIERTOS EN LA CUMBRE, VILLA GIARDINO Y VALLE HERMOSO

El cinismo está a la orden del día, al menos en materia cinematográfica. Una película enraizada en una misantropía trivial que glorifica la violencia y distancia al espectador de aquello que ve, de tal modo que una bala en un cuerpo es motivo de carcajada, ha ganado el premio de la academia. Sí, Scorsese ganó, finalmente, un Oscar como director, su película, Los infiltrados, también, y todos, espectadores, gente de la industria y críticos, parecen festejar el supuesto acto de justicia estética.
El Oscar organiza y consagra el estándar de lo que se entiende por cine. El Oscar como autoridad incuestionable. Del mismo modo que con el poderoso vocablo Ciencia, que en su nombre hasta se legitima la acción de un detergente, con el Oscar se legitima un cine pusilánime incapaz de cuestionar el orden simbólico vigente, incapaz de apostar al potencial humano dispuesto a soñar con otras formas de vida, incapaz, fundamentalmente, de transformar el séptimo arte en un vehículo democrático de conocimiento.
El intento de este cineclub es contrarrestar y dar batalla a una lógica de la imagen que no devela el mundo. Se trata de mostrar el amor, el odio, la rabia, la injusticia, lo extraordinario, la belleza, la risa, sin tener que ver el rostro de Tom Hanks y las temibles monerías de Cameron Diaz, o soportar la risa sarcástica de Jack Nicholson, todos ellos ciudadanos ilustres de limbo. Otro cine es posible. El de Herzog (foto), el de Albert Serra y su Honor de caballería (foto), el de Linklater, Pialat, Hou.
Roger Alan Koza, programador.

LA CUMBRE

Miércoles 18 de abr
il, a las 20.30hs: película de apertura
La nación de la comida rápida, de Richard Linklater, EE.UU., 2006.
114 minutos / No recomendada para menores de 16 años
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Sentimiento, de Todd Solondz, EE.UU., 1984.
Esta adaptación del reciente best-seller escrito por Eric Schlosser de título homónimo no tiene la elegancia de Antes del atardecer o la innovación formal de Despertando a la vida (o su versión mejorada de animación en A Scanner Darkly) pero es una película ambiciosa que intenta pensar estructuralmente el orden económico y simbólico de una nación patológica, la estadounidense. La nación de la comida rápida es una versión madura y verdaderamente política de Supersize me, aquel documental simpático sobre un tipo que decide comer comida chatarra por un mes. Aquí, el gerente de una compañía, muy parecida a Burger King, descubre que su hamburguesa tiene gusto a mierda, e inicia una pesquisa sobre la totalidad del proceso de elaboración de la misma. Linklater ensambla una narración coherente que intenta demostrar el conjunto de los factores políticos y sociológicos involucrados en la producción de alimentos, de lo que se predica no solo una dietética específica sino una ética determinada. En efecto, una hamburguesa conlleva una historia secreta de explotación: obreros mejicanos ilegales, cinismo corporativo, resentimiento de clase y una insatisfacción social generalizada que come literalmente mierda. Somos los que comemos, dicen los macrobióticos. (Roger Koza, programador)

Miércoles
25, a las 20.30hs: La rueda del tiempo, de Werner Herzog, Alemania, 2003.
80 minutos / Apta para todo público Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Hércules, de Werner Herzog, Alemania, 1962.
Este documental sorprendente sobre una fiesta y rito de iniciación budista, el Kalacakra, no parece ser un tópico ortodoxo para el heterodoxo Werner Herzog, pero una mirada atenta podrá constatar que el realizador de Aguirre, la ira de Dios, ha estado siempre interesado en los fenómenos extremos, siendo la religión experimentada como un paso más allá de la existencia ordinaria una variante del catálogo de sus intereses. Aquí se puede ver desde devotos que se postran por miles de kilómetros hasta llegar a Bodh-Gaya, India, el lugar en donde el Buda histórico se iluminó sentado bajo un árbol, hasta el Dalai Lama explicando algunos conceptos característicos del Budismo, aunque son las imágenes de Herzog las que ilustran con mayor precisión esta pasión colectiva por una religión en cuyo centro domina el vacío y la única certeza es la impermanencia de todo. (RK)

Miércoles 2 de mayo, a las 20.30hs:
El bigote, de Emmanuel Carrère, Francia, 2005.
85 minutos / No recomendada para menores de 13 años Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Yo te saludo Sarajevo, de Jean Luc Godard, 1993.
La opera prima del novelista Emmanuel Carrère se centra en la vida de un arquitecto, interpretado por el excelente
Vincent Lindon. Un día el protagonista reside rasurar su bigote tras 10 años de conformar parte de su rostro. El problema es que ni su mujer, ni sus amigos, ni sus compañeros de trabajo perciben el sutil aunque esencial cambio. Tal desconocimiento implica la total desestabilización psíquica del arquitecto que termina huyendo a Hong Kong. Una comedia lúcida y muy fina sobre la identidad y el modo en el que uno se percibe a sí mismo, aunque también un retrato indirecto de la alienación cotidiana. (RK)

Miércoles 9 de mayo, a las 20.30hs:
La mitad de Nelson, Ryan Fleco y Ann Boden, EE.UU., 2006. 102 minutos / No recomendada para menores de 18 años
FUNCIÓN ESPECIAL DE CINE EXPERIMENTAL A LAS 18.30HS: Honor de caballería, de Alberto Serra, España, 2006.
Una conquista apasionada y compasiva sobre un retrato de una vida, este debut de los guionistas Ryan Fleco y Ann Boden se centra sobre tres personajes complejos: un profesor de historia secundaria, radicalizado políticamente (Ryan Gosling), devoto de su trabajo pero también adicto al crack, un temeraria estudiante de 13 años (Shareeka Epps) que le cuenta a su profesor un secreto y conforma un lazo afectivo con él, y un dealer local (Anthony Mackie) que empleó al hermano de la estudiante antes de ir a la cárcel y ahora pretende cuidarla. Bellamente interpretada y reveladora en sus acertijos morales, todas las historias de estos personajes son impredecibles. El personaje interpretado por Gosling es el protagonista más creíble de todas las películas estadounidenses que he visto durante el año; acaso inmaduro y desordenado, pero carismático, multifacético y sincero, del tipo que no podemos eludir sin eludir alguna parte de nosotros mismos. (Jonathan Rosenbaum, Chicago Reader)

Miércoles 16 de mayo, a las 20.30hs:
The tracker, de Rolf de Heer, Australia, 2003.
94 minutos / No recomendada para menores de 13 años
Antes de la película principal se proyectará el mediometraje Última palabra, de Werner Herzog, Alemania, 1968.
Desde que este western de Rolf de Heer fue exhibido como la joya de la apertura del festival de cine de Melbourne, ha permanecido en mi memoria como la mejor película australiana que he visto en años. El actor aborigen David Gulpilil (Walkabout) ofrece una interpretación memorable como un lector de huellas mientras que ayuda a tres policías montados a encontrar a un sospechoso de asesinato en 1922, y aunque el film puede remitir a Dead Man de Jim Jarmusch en su historia de persecución inexorable, su sentimiento poético respecto de la Historia y el paisaje, y la banda de sonido (escrita e interpretada por el músico aborigen Archie Roach), poseen una identidad propia. (Una de sus logros es utilizar pinturas de Peter Coad, especialmente concebidas para la película, para mostrar cada momento de violencia que se suscita en la trama). (JR)

Miércoles 23 de mayo, a las 20.30hs:
Los niños del barrio rojo, de Zana Briski y Ross Kauffman, EE.UU., 2004.
83 minutos / No recomendada para menores de 13 años
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Nueva dirección, de Juan Diego Vélez Funes, Argentina, 2006.
La fotógrafa Zana Briski viajó a Calcuta en 1997 para fotografiar el distrito rojo y se hizo amiga de varios niños hijos de prostitutas; en su viaje posterior les facilitó cámaras para fotografiar y les enseñó lo esencial de la fotografía. Como se documenta en esta película del 2004 de Briski y Ross Kauffman, los chicos no retrataron la servidumbre sexual, sino como suele ocurrir con el arte realizado por niños, sus fotos irradiaban frescura y a veces una gran vitalidad. Así, la historia en sí se convirtió en una experiencia viviente, sobre todo cuando Briski organiza una muestra de las fotos en Nueva York y en Calcuta, embarcándose además en una fuerte campaña para que estos niños accedan a colegios decentes y no tengan que ser absorbidos por un rumbo fatal. Pero el verdadero drama pasa por ver cómo la educación artística de los niños agudiza la percepción de la identidad, cambia el modo en cómo observan el mundo, y genera cierto orden sobre la dolorosa vida en sus hogares. (J.R.Jones, Chicago Reader)

Miércoles 30 de mayo, a las 20.30hs:
Mi tío de America, de Alain Resnais, 123 minutos / No recomendada para menores de 13 años
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Comida, de Jan Svankmajer, República Checa, 1993.
Esta obra maestra del realizador de Noche y niebla, un éxito sorprendente en su país, combina divulgación científica y narrativa, ciencia y ficción, de tal modo que el conjunto es un ensayo fluido y lúcido, aunque perturbador (y reduccionista), de nuestros comportamientos más inconscientes pero también visibles y reconocibles. Bajo el marco conceptual del ya fallecido Henri Laborit, un heterodoxo neurólogo conductista, tres personajes, interpretados por Depardieu, Nicole Garcia y Roger Pierre, ejemplifican una teoría sobre la conducta basada en la división de nuestro cerebro en tres secciones, en donde el homo sapiens es al mismo tiempo, un reptil, un mamífero y un ser humano propiamente dicho. Quizás pueda molestar ser equiparados con ratas de laboratorios, pero ver el desenvolvimiento de un político, una actriz y un gerente empresarial, y sus dramas, pasiones y fantasías, convierte a todo el experimento en un espejo temible y fascinante en el que cualquier espectador puede ver su propio rostro, su propio deseo. La puesta en escena es magistral, y la inteligencia formal de Resnais compite en exactitud con las apariciones de Labortit explicando los laberintos pulsionales de la naturaleza humana. (RK)

VILLA GIARDINO

Domingo 15 de abril, a las 20.00hs: película de apertura The tracker, de Rolf de Heer, Australia, 2003. 94 minutos / No recomendada para menores de 13 años
Antes de la película principal habrá una presentación de la programación anual.
(Ver crítica más arriba)

Domingo 22 de abril, a las 20.00hs:
Madeinusa, de Claudia Llosa, Perú, 2005.
100 minutos / No recomendada para menores de 16 años
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Nueva dirección, de Juan Diego Vélez Funes, Argentina, 2006.
La opera prima de Llosa, una meditación libre y personal sobre el choque entre modernidad (clase media) y tradición (campesinos), es más una fantasía surrealista que un ejercicio predecible en el tan mentado realismo mágico característico de cierto cine latinoamericano. Más intuitiva que intelectualmente rigurosa, Llosa imagina un pueblo perdido en las montañas, en donde durante las pascuas sus habitantes son libres de experimentar todo tipo de pecados. Dios está muerto y pronto resucitará, y con ello, el retorno a las buenas costumbres. Madeinusa es el nombre de una joven, quien tras su encuentro con un gringo de Lima en plena festividad habrá de cambiar las coordenadas simbólicas de su vida, de lo que se predica una mirada política sobre la interacción entre dos culturas antagónicas. Este film ganó en muchos festivales (Rótterdam, Hamburgo), aunque la recepción en el Perú ha dividido la opinión del público y los especialistas. Visualmente elegante, Madeinusa es polémica por evitar el encomio y el desprecio respecto de una cultura específica, y deja en claro que el paganismo subyace siempre en la experiencia cristiana ortodoxa de un continente convertido por la fuerza. (RK)

Domingo 29 de abril, a las 20.00hs:
La nación de la comida rápida, de Richard Linklater, EE.UU., 2006. 114 minutos / No recomendada para menores de 16 años
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Sentimiento, de Todd Solondz, EE.UU., 1984.

Domingo 6 de mayo, a las 20.00hs:
Herzog en foco La rueda del tiempo, de Werner Herzog, Alemania, 2003.
80 minutos / Apta para todo público
Antes de la película principal se proyectará el mediometraje El gran éxtasis del escultor de madera Steiner, Alemania, Alemania, 1974.

Domingo 13 de mayo, a las 20.00hs: El bigote, de Emmanuel Carrère, Francia, 2005. 85 minutos / No recomendada para menores de 13 años Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Comida, de Jan Svankmajer, República Checa, 1993.

Domingo 20 de mayo, a las 20.00hs:
La mitad de Nelson, Ryan Fleco y Ann Boden, EE.UU., 2006.
102 minutos / No recomendada para menores de 18 años
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Terry Tate, de Rawson Marshall Thurber, EE.UU., 2003.

Domingo 27 de mayo, a las 20.00hs:
Persona non grata, de Oliver Stone, Francia, 2003 y Buscando a Fidel, de Oliver Stone, España, 2004.
130 minutos / Apta para todo público
Oliver Stone viene de realizar un bodrio irredimible como Las Torres gemelas, en donde su iracundia política parece haber sido amaestrada por el peor patriotismo que supo conjurar con sus pretéritas películas sobre Vietnam. Sin embargo, previo a este dislate nacionalista, Stone realizó un conjunto de documentales desparejos pero muy interesantes sobre algunos líderes políticos contemporáneos en tensión con su país. Persona non grata intenta retratar al recientemente fallecido líder palestino Yasser Arafat, mientras que Buscando a Fidel repite la fórmula de Comandante, el primer documental sobre el padre de la revolución cubana, aunque en esta oportunidad Stone es más crítico e incisivo. Poco se aprende de Arafat, aunque mucho se entiende de la dirigencia israelí, sus prejuicios, sus limitaciones, sus contradicciones, sus temores. Pero Buscando a Fidel es otra cosa. Allí se registra las tristes consecuencias experimentada por 75 disidentes, tres de ellos ejecutados a una semana de su detención. Stone llega a filmar un diálogo entre algunos detenidos, los jueces y Fidel, un extraño momento en el que lo mejor y lo peor de dicha experiencia política se revela ante una cámara. Lo que Saramago, entre otros, vio como imperdonable del régimen cubano, Stone lo ofrece en imágenes. Fidel da la cara. (RK)

lunes, abril 09, 2007

ESTRENOS DE LA SEMANA

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible · Sin valor

por Roger A. Koza.

Amar es traducir, amar es resistir.

Cartas desde Iwo Jiwa, EE.UU., 2006.
Dirigida por Clint Eastwood. Escrita por Iris Yamashita y Paul Haggis.

**** Obra maestra



Moolaadé -Protección, Burkina Faso, Francia, Marruecos, Senegal, Túnez, 2004.
Escrita y dirigida por Ousmane Sembené.

*** Hay que verla

Dos películas muy diferentes elevan la cartelera comercial, porque dos maestros del medio, uno conservador y el otro progresista, aunque ambos pertenecientes a la tercera edad, demuestran que la senectud no es incompatible con la innovación y la vitalidad, en propuestas en donde lo formal y lo conceptual se combinan perfectamente.


Quizás uno de los pocos momentos decentes de la ya olvidada, por su trivialidad obscena y chauvinismo soberano, ceremonia de los oscar, fue ese extraño y cálido pasaje en el que Ennio Morricone agradecía en italiano y Clint Eastwood traducía simultáneamente al maestro de música para que una audiencia pletórica de estrellas monolingües pudieran entender. ¿Eastwood traductor?

Que un director de cine identificado con esa potencia prepotente denominada Estados Unidos, cuya aventura imperialista en Irak sigue vigente como si fuera un éxito de taquilla, decida revisar una batalla pretérita desde el punto de vista del enemigo debería llamar la atención. Más todavía, cuando el filme en cuestión está íntegramente hablado en japonés, y funciona además como un contrapunto cultural de un film que le precede en el que Eastwood visualiza el mismo conflicto bélico pero desde la perspectiva estadounidense.

La invasión a la isla de Iwo Jiwa duró un poco más de un mes, a principios de 1945. 100.000 aliados contra 22.000 representantes del emperador Hirohito. La táctica nipona, a cargo del general Kuribayashi, interpretado magistralmente por Ken Watanabe, fue la construcción de unas 5.000 cuevas para defender un territorio estratégicamente significativo. El blanco siguiente, ante la derrota, era Tokio.

En ese contexto histórico Eastwood elige un tipo específico de texto, un género literario capaz de respetar la diferencia cultural aunque también de apelar a un espíritu universal: la carta. En efecto, son las cartas escritas por soldados japoneses lo que hilvana parte de la narración, en la que un conjunto de justificados flashbacks humanizan a estos soldados, cuyos valores abstractos evidencian que se trata de un mundo distinto. Entre la guerra y el recuerdo, el deber y la memoria, la patria y la existencia, Cartas de Iwo Jiwa postula la única tesis razonable que un film antibélico puede sostener: en la guerra no hay ni vencedores ni vencidos, sólo sobrevivientes.

¿Dos películas? Seguro, dos concepciones de mundo que necesitan estar separadas para que, paradójicamente, puedan constituir un espacio mínimo en donde el Otro siendo otro pueda ser comprendido en su inquietante diferencia. En ese sentido, el esfuerzo del realizador ya no sólo consiste en aprender un lenguaje, sino en poder experimentar el mundo desde el horizonte cultural cuya implicancia alcanza hasta la percepción misma del cuerpo. Es por eso que hay un pasaje que se repite en ambas películas, y coincide con un suicidio ritual colectivo en donde el despedazamiento del cuerpo humano acentúa las desavenencias entre culturas. Eso incluso tiene un correlato en las escenas bélicas: la representación del campo de batalla y los movimientos de combate son desemejantes.

A diferencia de la misantropía festiva de Los infiltrados, y de Babel, cuya axioma es amo a la humanidad pero odio a los hombres, Las cartas de Iwo Jiwa describe una humanidad belicosa aunque sus soldados, de ambos bandos, son hombres que aman, sufren, obedecen y sueñan. Spielberg y su soldado Ryan habrán alterado nuestra percepción de la guerra, pero no cómo pensarla. Ambos filmes de Eastwood, junto con La delgada línea roja , son la excepción de una regla de todas las películas de guerra: un reclutamiento por otros medios. Tanto Eastwood como Mallick entienden que conocer el rostro del enemigo, de entenderle en su habla, es dislocar la pulsión belicosa. Intuyen que la traducción es una forma de amar.


Mientras que el noveno BAFICI abrió el último martes a la noche con un excelente filme africano, Bamako , de Abderrahmane Sissako, aquí en Córdoba se estrena la última película del padre fundador del cine africano, Moolaadé o Protección , de Ousmane Sembéne, cuyo término en wolof traducido al español significa protección.

Es una oportunidad única para desmarcarse de dos prejuicios dominantes en el imaginario colectivo a la hora de escuchar la palabra África: el primero, difundido por películas bienpensantes como Diamante de sangre o secretamente perversas como El jardinero fiel, en donde el continente es representado como un conjunto de calamidades inalterables, excepto si los buenos hombres blancos intervienen en la ayuda de los desamparados. A este paternalismo caucásico, le sigue un prejuicio fundado en la ignorancia: África es casi un equivalente a Animal Planet. Hay cebras, jirafas, leones, quizás Tarzán, aunque se sospecha de que vive una multitud sin rostro, supuestamente primitiva, acaso inconmensurable.

Pero he aquí un filme sobresaliente que viene a desvirgar nuestra inocencia. He aquí un filme de un maestro de 84 años con una carrera impecable, tanto como cineasta como novelista. En Protección, segundo film perteneciente a una trilogía que celebra y reconoce el heroísmo de la mujer africana en su vida cotidiana, Sembéne ejemplifica narrativamente la noción de resistencia política: las mujeres de una aldea destituyen el poder clerical masculino negándose a extirpar el clítoris de sus niñas. Es una práctica pretérita destinada a “purificar” a la mujer, aunque todavía ejercitada en 28 estados del África contemporáneo. Y como Sembéne habrá de señalar: su genealogía no es religiosa.

Todo comienza cuando Mama Colle decide decretar el Moolaadé, una suerte de protección tribal, aquí convocado para evitar la ablación del clítoris de cuatro niñas. La institución de este sistema de auxilio implica tan solo que Colle pronuncie la palabra e instituya, gracias a una soga de colores múltiples, una zona libre del alcance de la Salindana, el grupo de mujeres encargadas de “purificar” a las niñas. Es un universo simbólico, y la palabra tiene un poder. A una superstición se le responde con otra.

Por momentos, Protección puede parecer un film sencillo con un objetivo narrativo ostensible. No obstante, una mirada más atenta puede develar en la fina construcción de su relato una crítica más compleja a la sociedad que retrata, cuya prueba excelsa habrá de verificarse en algunos personajes no carentes de ambigüedades, como aquel vendedor conocido como el mercenario y el joven futuro líder del pueblo que regresa de Europa.

No es un relato exento de dramatismo, mas esta cultura africana parece denotar una jovialidad y vitalismo que compensa el rigor y el drama de la contienda ante el falocentrismo primitivo de los administradores religiosos de la comunidad. Por eso, un espectador atento no dejará de sorprenderse ante la densidad informativa que el filme ofrece. Su puesta en escena es un viaje material y orgánico a una comunidad específica.

Un filme singular y universal; un filme que descubre una cultura desconocida, a pesar de que los derechos en cuestión son reconocibles por cualquier espectador de nuestro mundo.


TODAS LAS CRÍTICAS HAN SIDO PUBLICADAEN EL DIARIO LA VOZ DEL INTERIOR DE LA CIUDAD DE CÓRDOBA (5 y 6/04/07)
COPYRYLEF 2000-2007/ ROGER ALAN KOZA