CON LOS OJOS ABIERTOS

"El límite de mi mirada es el límite de mi mundo". Críticas, crónicas de festivales, programación de cineclubes y apuntes sobre cine.

sábado, marzo 25, 2006

CINECLUB CON LOS OJOS ABIERTOS EN LA CUMBRE

PROGRAMACIÓN ABRIL Y MAYO 2006
SALA LUIS BERTI, BELGRANO 470


Dice Godard en una entrevista al inicio del milenio en curso: “Creo que el cine es una imagen del mundo. Si se sabe observarla, se aprenden infinidad de cosas. Es la proyección del mundo en un momento dado. Si se estudiara la materia de la que está compuesta una película, esas treinta personas que se reúnen y se separan, las relaciones de dinero, sociales, sexuales, se verían muchas cosas”. Como programador sigo al pie de la letra este juicio de Godard, y busco para ello un conjunto de películas diversas que puedan alentar un aprendizaje concreto, sin eclipsar el placer propio del arte cinematográfico, aunque sí eludiendo la concepción cínica y cobarde de entender el cine como mero entretenimiento. Usted puede divertirse, emocionarse, asombrarse como espectador, pero, fundamentalmente, puede edificarse. Es decir, comprobar que ciertas películas pueden cambiar y renovar algo de vuestra identidad. Sí, el cine es cultura, y la cultura no es caviar simbólico para elegidos. En efecto, la cultura (y el cine) como un derecho disponible para cualquier sujeto que pretenda superar sus limitaciones y prejuicios en aras de una vida enriquecida. Para eso debería servir un cineclub. Veremos si podré o no sostener dicho objetivo. La invitación es clara y extensiva a todo miembro de esta comunidad. Las películas esperan ser vistas.
Roger Alan Koza, programador


Miércoles 5 de abril a las 20.30hs:
El cielo gira, de Mercedes Álvarez, España, 2004.
106 minutos / Apta para todo público.
Sección: Preestreno / El ojo lúcido (documentales)
* No hay variedades para esta función

En una combinación perfecta entre El sol del membrillo de Érice y En construcción de Guerín, El cielo gira de Mercedes Álvarez, ganadora indiscutible de la séptima edición del BAFICI, pertenece a una tradición minoritaria del cine español, específicamente, la de Érice y Guerín, una que entiende al cine como ejercicio contemplativo capaz de capturar lo extraordinario en la vida ordinaria. Álvarez regresa a su pueblo natal, Aldeaseñor, un páramo casi fantasma. Allí viven 14 personas. Parece la nada, el fin del tiempo. Y sin embargo, mientras que los moradores discuten sobre los misterios de su universo, unos aviones ultrasónicos cruzan el cielo rumbo a Irak. El mundo es uno. (RK)


Miércoles 12 de abril a las 20.30hs:
Mi verano de amor, de Pawel Pawlkovski, Reino Unido, 2005.
87 minutos / No recomendada para menores de 16 años.
Sección: Preestreno
Variedades: a las 20.10hs: El frigorífico, de Peter Mullan, Escocia, 1996

Esta bellísima e inteligente película ha sido vendida como la versión inglesa y feminista de El secreto de la montaña. Quizás. No se trata del amor entre cowboys sino entre dos mujeres jóvenes en un medio rural inglés en donde la vida social está regulada por una ética conservadora y una existencia anodina. Pero el film del polaco Pawlkovski es en verdad otra cosa: un estudio minucioso de cómo se obtiene la maduración psíquica y la autoestima en el complejo pasaje de la adolescencia a la vida adulta, y cómo ello no es ajeno a la pertenencia de clase. (RK)


Miércoles 19 de abril a las 20.30hs:
Escenas frente al mar, de Takeshi Kitano, Japón, 1991.
96 minutos / Apta para todo público.
Sección: Retrospectiva mínima de Takeshi Kitano.
Variedades: a las 20.10hs: El hombre sin cabeza, de Juan Solanas, Francia, 2004.

Primera obra maestra del director de Flores de fuego en el que todas sus obsesiones temáticas y formales pueden reconocerse en la mínima aunque conmovedora historia de un recolector de basura cuya vida cambiará al encontrar una tabla de surf entre los escombros. Como en muchas películas del director el mar constituye un paisaje espiritual y lírico en donde los personajes buscan sosiego y reparo. Kitano suele concebir el amor en su costado trágico, y Escenas frente al mar no es una excepción; sin embargo, el sentimiento dominante que sobrevuela el relato más que infausto es nostálgico. (RK)


Miércoles 26 de abril a las 20.30hs:
El hombre oso, de Werner Herzog, Alemania-EE.UU., 2005.
104 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Sección: El ojo lúcido (documentales)
Variedades: a las 20.20hs: El percusionista del bolero, Patrick Laconte, Francia, 1992.

Que Herzog es uno de los maestros indiscutibles del medio, es incuestionable. Que el director de Aguirre, la ira de Dios es además un gran documentalista, es también incuestionable. El hombro oso es un film típico y atípico. Típico porque el personaje central de este documental, Timothy Treadwell, bien podría haber sido un descendiente lunático de Klaus Kinski. Este conservacionista independiente y educador amateur, alguna vez alcohólico y depresivo, vivió durante los últimos quince veranos de su vida en compañía de osos salvajes en una reserva de Alaska. Atípico porque una gran parte de las imágenes de El hombre oso provienen del material audiovisual filmado por el propio Treadwell en sus expediciones solitarias, un recurso que Herzog no suele utilizar en sus documentales, aunque su inteligencia (y su ética) se verifica en aquello que decide mostrar y no mostrar respecto de lo “rodado” por Treadwell. Herzog fascinado por este hombre al que considera un extraño colega suyo, ofrece una meditación extraordinaria sobre los límites de la razón y la civilización, y la interacción impredecible entre la naturaleza y los hombres. Treadwell es curiosamente un alter ego del realizador, aunque sus concepciones respecto de la naturaleza de la naturaleza sean esencialmente opuestas. (RK)


Miércoles 3 de mayo a las 20.30hs:
Nadie sabe, de Kore-eda Hirokazu, Japón, 2004.
140 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Sección: Preestreno
Variedades: a las 19.40hs: La sesión musical de El hombre oso, Alemania-EE.UU., 2005.

Basada en “El caso de los cuatro niños abandonados de Nishi Sugamo”, el cuarto largometraje de Kore-eda es un estudio analítico y conmovedor de la infancia, y del lugar o no que los adultos tienen en ella. ¿Qué pasaría si se creciera sin adultos? De esta pregunta se predica el nudo narrativo de Nadie sabe, al menos cuando la madre de los niños sin muchas explicaciones no regresa un día al hogar. Kore-eda ofrece también un retrato de la ciudad de Tokio como un espacio urbano destinado a la invisibilidad y la indiferencia, muy bien establecido entre los planos generales de la ciudad en constraste con los planos detalles de los niños, dentro y fuera de la casa. No sorprende que Yagira Yuuya, quien interpreta al mayor de los hermanos, haya ganado en Cannes 2004 el premio a mejor actor, pues todas las interpretaciones son superlativas, a tal punto que uno puede olvidar que entre lo que se ve y quien esta mirando hay una cámara de por medio. (RK)

Miércoles 10 de mayo a las 20.30hs:
Presidente Mitterrand, de Robert Guédiguian, Francia, 2005.
Duración: 113 minutos / Apta para todo público.
Sección: El cine que no vemos, el cine que no se estrena.
Variedades: a las 20.15hs: Conciertos de peticiones, de Krzysztof Kieloswski, Polonia, 1959.
Guédiguian deja por una vez Marsella y su clase trabajadora para ofrecer un retrato sobre los últimos días del presidente Mitterrand y su relación con su biógrafo. “Anote, anótelo todo y dígales que no soy el diablo”, le dice el mandatario socialista (1981-1995, fallecido en 1996) a quien está a cargo de publicar sus memorias. Si Mitterrand como socialista paradójicamente nunca dejó de defender y perpetuar el orden burgués, Guédiguian elige problematizar el contexto de su pretérita resistencia al régimen de Vichy durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial. Lo que queda claro en Presidente Mitterrand es el estatuto intelectual del personaje, cuya erudición está al servicio de una concepción estética de la intimidad. Finalmente, Guédiguian repite la sabiduría de El ciudadano a la hora de develar el secreto de una vida: aquí está prohibido pasar; la belleza del último plano de la película bien remite en su espíritu al inicio de la opera prima de Welles. (RK)



Miércoles 17 de mayo a las 20.30hs:
Walt Mart, el alto costo de los precios más bajos, de Robert Greenwald, EE.UU., 2005.
Sección: El ojo lúcido
93 minutos / Apta para todo público
Ciclo de cine experimental a las 19.10hs: Madre e hijo, de Alexander Sokurov, Rusia, 1997.
Este documental sobre la explotación sistematizada de la empresa Wal Mart es consistente y metódico. Greenwald como cineasta es tan rudimentario y honesto como Michael Moore, pero carece del narcisismo (y el humor) de este último. Su película permite ver cómo funciona estructuralmente el negocio del precio más bajo y su filiación ideológica, que afecta tanto a simpatizantes de la derecha como de la izquierda, como a empleados de Estados Unidos, China y Honduras (lamentablemente, el film no tiene en cuenta a las filiales argentinas, aunque no es muy difícil imaginar qué puede ocurrirle a un cajero de Wal Mart en nuestro país). No hay duda que el nuevo villano cinematográfico es la corporación como institución. La exposición de este caso abyecto y obsceno debería detener ese acto inconsciente y político de ir de compras a estos engendros concebidos para la exterminación de cualquier economía a escala humana. (RK)

Miércoles 24 de mayo a las 20.30hs:
El verano de Kikujiro, de Takeshi Kitano, Japón, 1999.
120 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Sección: Retrospectiva mínima de Takeshi Kitano
Variedades: a las 20.15hs: El día del estreno de Primer plano, de Nanni Moretti, Italia, 1996.

Este film cuyo título remite al nombre del padre del realizador es un road-movie humorístico que carece prácticamente de la violencia característica de las películas que le otorgaron prestigio al director, aunque sí retoma algunos pasajes inolvidables de Sonatine, aquellos en donde los yakuzas experimentaban una regresión a la infancia. El verano de Kikujiro circunscribe su relato al periplo de un niño acompañado por un adulto (poco adulto) en búsqueda de su madre a la que jamás conoció. Si la encuentra o no poco le importa a Kitano, pues su objetivo es otro: explorar la infancia como un estado anímico yuxtapuesto a la vida adulta. Si la primera parte del film es lineal y convencional, matizada por gags ingenuos, la segunda parte de El verano de Kikujiro es experimental y festivamente lúdica, cuyo humor circense adquiere ribetes existenciales y terapéuticos. (RK)

Miércoles 31 de mayo a las 20.30hs:
Pickpocket, de Robert Bresson, Francia, 1959.
Duración: 73 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Sección: Retrospectiva mínima de Robert Bresson.
Variedades: a las 20.15hs: Todos los chicos se llaman Patrick, de Jean Luc Godard, Francia, 1957.
“No comprender a Bresson es no entender el cine; es haber perdido aquel tren que los hermanos Lumiére filmaron llegando a la estación de Lyon hace unos 110 años atrás”. Así presentaba el crítico Jim Hoberman una reposición de Pickpocket y Mouchette en octubre del 2005 en Nueva York. Definitivamente, Bresson es puro lenguaje cinematográfico, un realizador único en la historia del cine. De los 13 largometrajes realizados en 40 años de carrera, Pickpocket es una de sus películas más accesibles y de mayor belleza. ¿Un thriller? Posiblemente no, a pesar de que el protagonista es un carterista introvertido que terminará en la cárcel. Como siempre el catolicismo del realizador ordena simbólicamente su relato, aunque el objeto de compasión y redención sea aquí un sujeto marginal de dudosa moral. Deleuze alguna vez sugirió que Bresson era el autor que había descubierto lo táctil en el cine. Pickpocket es la consumación de esa extraña aunque irrefutable tesis. (RK)

BONO CONTRIBUCIÓN: 3 PESOS

TODAS LAS PELÍCULAS SE EXHIBEN EN FORMATO DVD



Cineclub con los ojos abiertos en Villa Giardino

PROGRAMACIÓN ABRIL 2006
CINE MUNICIPAL DE VILLA GIARDINO


Domingo 2 de abril a las 20.00hs:
Dead man, de Jim Jarmusch, Estados Unidos, 1995.
Duración: 121 minutos / No recomendada para menores de 16 años.

Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Jarmusch explica Un rey en Nueva York de Charles Chaplin.
Se trata de un western pensado desde la perspectiva del nativo americano. En efecto, los westerns, sean de Ford, Hawks, Peckinpah, han sido ambiguos en torno a la actitud del hombre blanco y su relación con la otredad originaria, el aborigen. Dead Man toma una vía declaradamente minoritaria: es un western hecho y derecho pero sujeto y a favor de esas culturas anteriores a la conquista del Oeste, previo al genocidio sistemático. Sin embargo, Dead Man es un poco más que un western. El film de Jarmusch desarrolla una poética; diríase una poética de guerra. Jim Hoberman, el lúcido crítico del Village Voice dijo sobre Dead Man que se trataba de un "western que Andrei Tarkovsky le hubiera encantado realizar". Si la estética del film es poética, el concepto general del film es político. Dead Man, a partir de la agonía y periplo de William Blake, interpretado por Depp, construye una crítica sostenida acerca de la violencia eurocéntrica y blanca. Un mérito de Jarmusch es evitar una reconstrucción de estos pueblos originarios (los Makkah, Cherokes, y otros) a partir de una idealización bastante frecuente en los círculos semi-intelectuales de la new age, en donde el indio es el sujeto arquetípico y representante de una supuesta armonía entre la tierra y el hombre. Si bien Jarmusch respeta los ritos, creencias y prácticas de estos pueblos originarios, no por eso construye un indio a la medida de una fantasía espiritual propia del hombre blanco. Más antropólogo que ideólogo, los indios de Jarmusch simplemente aparecen, se muestran (en varios pasajes, los diálogos se mantienen en lenguas indígenas; no hay traducción ni en la versión inglesa como tampoco en la castellana; se trata de un privilegio que Jarmusch entiende como una suerte de justicia lingüística). En varios sentidos, un viaje alucinatorio en imágenes. (RK)


Domingo 9 de abril a las 20.00hs:
Pleno verano, con Tran Nu Yen-khe, de Tran Anh Hung, Vietnam, 2001.
Duración: 108 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Hanoi, martes 13, de Santiago Alvarez, Cuba, 1967.

¿Una película vietnamita? Diez años atrás se estrenaba comercialmente en Argentina El aroma de la papaya verde, un film dirigido por Tran Anh Hung cuya recepción por parte del público fue más que satisfactoria. La tercera película de Tran, Pleno verano, como en sus otros films, cuenta con la participación de su mujer Tran Nu Yen-khe, una de las actrices más bellas del cine oriental, acaso un axioma y dispositivo formal en la obra del realizador, pues las películas de Tran son, entre otras cosas, retratos y composiciones amorosas sobre su mujer. Pleno verano es un film coral sobre tres hermanas y un hermano, sobre algunos de sus esposos y amantes, y otros personajes secundarios que en conjunto parecen habitar este universo colorido y sereno en el que la cotidianidad parece transfigurada y presentada como una versión del paraíso sin los atributos metafísicos y religiosos que el vocablo posee. No obstante, se trata de un paraíso de las superficies, pues no todo es armonía para estos ciudadanos de Hanoi: el adulterio, el ocultamiento, la lógica del deseo contrastan aunque no modifican un curso y estilo de vida que bien podría señalarse como sensual y hedonista. Quizás Pleno Verano no sea la película más conveniente para entender qué ha sucedido social y políticamente en Vietnam tras algunos años de invasión estadounidense, pero sin dudas sirve como una exposición precisa del alma vietnamita en asuntos no menos importantes del orden de la vida privada. Hipnótica y atmosférica, Pleno verano parece una ensoñación en la que el color de los objetos y el mundo parecen en sí mismos una justificación estética de la existencia. (RK)


viernes, marzo 24, 2006

Cineclub en San Marcos Sierras / Sábado 8 de Abril 2006

Vuelve el cineclub a San Marcos Sierras. Vuelve con otro nombre como homenaje a un hombre de cultura, Daniel Robeta. Vuelve gracias al apoyo de la Municipalidad y a la labor de la secretaria de cultura, Stella Furfaro. Vuelve porque algunos miembros de la comunidad de San Marcos Sierras lo han solicitado. Ahora entonces es el tiempo de un reencuentro con el cine.
Roger Alan Koza, programador.

19.30hs:
El pibe, de Charles Chaplin, EE.UU., 1929.
Duración: 50 minutos / Apta para todo público.

Universal y atemporal, El pibe es quizás la película más conocida y vista de Chaplin; sin embargo, las últimas generaciones de niños desconocen el arte de Chaplin en general y esta película en particular. Como un antídoto audiovisual tras tanta intoxicación de Chicken little y otros derivados vergonzosos del género infantil, El pibe es un film capaz de integrar a sus filas a los niños de la generación Cartoon-Network, pues esta historia de amor filial entre un niño huérfano y un vagabundo funciona todavía por su vigente comicidad y su visceral dramatismo. Además es una perfecta introducción a la obra de Chaplin, ya que temática y formalmente se pueden constatar el estilo inconfundible del realizador. (RK)
21.00hs:
Flores rotas, de Jim Jarmusch, EE.UU., 2005.
Duración: 93 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje El percusionista del bolero, Patrick Laconte, Francia, 1992.

Profunda e indirectamente feminista, el último opus de Jim Jarmusch transforma su minimalismo radical en un film clásico a secas, en donde Bill Murray interpreta a un solterón y Don Juan llamado Don Johnston (con t) que ya retirado y rico puede ser que sea padre y que su primogénito esté en su búsqueda, al menos una carta anónima de un supuesto amor así lo advierte. Su inquietud alimentada por su vecino de ir en búsqueda de la posible madre de su hijo, lo lleva a visitar a cuatro de sus ex mujeres interpretadas por Jessica Lange, Sharon Stone, Tilda Swinton y Frances Conroy. Dedicada a Jean Austache, y basada en una idea de Sara Driver, Flores rotas posee un humor fino y melancólico, aunque su mayor virtud recae en la capacidad de Jarmusch de elevar los detalles en gestos que encierran un misterio existencial, como se puede ver en las dos excelentes secuencias oníricas. Finalmente, Flores rotas es una crítica sincera al narcisismo masculino, incapaz de comprometerse emocionalmente en cuestiones amorosas; acaso también se trate de una comedia existencialista sobre el paso del tiempo y el efecto de éste en la vida íntima, en donde el azar y lo aleatorio atraviesan las supuestas elecciones y decisiones alguna vez tomadas. Sea como sea, el director de Dead man y El camino del samurai ha comenzado a transitar un territorio conocido bajo un temple desconocido. Esta es la primera película de un Jarmusch maduro, menos alternativo aunque siempre fiel a si mismo. (RK)


23.00hs:
Hierro 3, de Kim Ki Duk, Corea del sur, 2004.
Duración: 88 minutos / No recomendada para menores de 16 años.
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Noche de elecciones, de Anders Thomas Jensen, Dinamarca, 1998.

El mejor filme de Kim Ki Duk, el más transparente y cómico, se inspira probablemente en Viva el amor del maestro malayo Tsai Ming Liang, aunque la anécdota de aquel excelente film, la utilización intermitente de departamentos abandonados por parte de sujetos solitarios, es recontextualizada por parte de Kim de tal modo que pierde el costado político del filme de Tsai, aunque sí realza el humor inocente y metafísico del realizador de Primavera, Verano, Otoño, Invierno y otra vez Primera. Esta meditación minimalista y budista sobre cierta continuidad entre el sueño y la vida no está exenta de crueldad, como en toda la obra del realizador, aunque la ternura que destila el vínculo de ambos protagonistas neutraliza los golpes de los palos de golf al que alude el título. (RK)

  • Bono contribución: 3 pesos
  • Lugar: Centro Cultural Municipal

Estrenos de la semana 16/03/06

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible · Sin valor

por Roger A. Koza

Virtudes privadas

Orgullo y prejuicio, Reino Unido-EE.UU., 2005
Dirigida por de Joe Wright


** Válida de ver

La opera prima de Joe Wright es un film sorpresivo en donde la puesta en escena y los movimientos de cámara dicen muchos más que los parlamentos de sus personajes, lo que implica una idea de cine poco frecuente en un proyecto basado en una pieza literaria.

Popular y sofisticada, Orgullo y prejuicio , la opera prima de Joe Wright, una adaptación cinematográfica de la novela homónima de Jane Austen, es un film ideal para constatar que se puede hacer buen cine y entretener. No todo es cinismo en el corazón de la industria. Y más aún, cuando se trata de un cuento moral capaz de ilustrar con gracia y honestidad los obstáculos de clase y carácter que regulan el deseo amoroso de sus personajes principales. Orgullo y prejuicio es, esencialmente, una película de aprendizaje.


Inglaterra, siglo XIX, una familia, cinco hijas y una situación económica desfavorable. Los Bennet no son proletarios, pero tampoco son aristocráticos. Sostener el status quo es sinónimo de confort y prestigio. El matrimonio, un método de promoción social, al menos así piensa la neurótica madre de estas cinco mujeres victorianas todavía solteras. Hasta que un día, en un baile, la hija más grande de los Bennet se enamora de un joven rico, circunstancia que introduce también el paulatino romance entre otras de sus hermanas, interpretada por Keira Knightley, Lizzy, y un millonario, Darcy, encarnado por Matthew Macfadyen. Ella supone ser el orgullo; él, supuestamente, el prejuicio.

Una mirada desatenta puede calificar a Orgullo y prejuicio como una película liviana sobre el mito del amor romántico en un tiempo histórico en donde la máxima aventura personal para el supuesto sexo débil consistía en fundar el sólido proyecto de un hogar. Un orden social, sin duda, protector y castrador. En efecto, las mujeres como miembros de una especie homogénea con un lugar predeterminado. Pero Orgullo y prejuicio trastoca ese orden gracias al temperamento y coraje de sus dos protagonistas. La historia de amor entre Lizzy y Darcy implica un trabajo íntimo sobre el orgullo y prejuicios de clase de ambos, y la construcción de un comportamiento virtuoso ligado a traspasar el límite impuesto por una conciencia que determina una costumbre.

De allí que el estilo del film diste de ser artificioso. Wright adopta un registro realista en la composición narrativa de su película. Véase los soberbios planos secuencia en distintos escenas del film como una extensión lógica de este “prejuicio” estético. Algunos pasajes, por ejemplo, el de una fiesta que bien remite en menor escala a las coreografías complejas de El arca rusa de Sokurov, son definitivamente virtuosos.

Orgullo y prejuicio , además, cuenta con la presencia de Donald Sutherland. Él es el padre. Si el desenlace es legítimamente feliz, se debe en parte, a que el último gesto le pertenece a Sutherland. Cada aparición suya eleva la película a un territorio simbólico en donde las emociones ya no pertenecen a ninguna clase.

Copyleft 2000-2006
Roger Alan Koza / Con los ojos abiertos
Todos los derechos reservados

Estrenos de la semana 09/03/06

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible · Sin valor

por Roger A. Koza

Felices juntos

Secreto en la montaña, EE.UU., 2005.
Dirigida por Ang Lee. Escrita por MacMurtry y Diana Ossana.

** Válida de ver

A pesar de su consciente programa pedagógico y exagerado diseño de arte, el nuevo film de Ang Lee carece de la pasión de su predecesora Hulk y del intimismo de su Cabalgando con el diablo, aunque sus escenas eróticas dignifican los placeres entre hombres.

Sodomitas, invertidos, trolos, gays, modos de nombrar la conducta de un tipo de sujeto cuya elección sexual y afectiva no es mayoritaria. Las palabras ordenan, clasifican, ontologizan, politizan la experiencia. Las imágenes ayudan a representar los conceptos, materializan audiovisualmente aquello que se piensa y no se ve. Hollywood descubre el amor que no se puede nombrar en un género de machos.

El taiwanés Ang Lee no es Wong Kar Wai a la hora de explorar el amor entre hombres en un contexto social que no es el suyo, pero como Wong en Happy Together, Lee arrostra el límite de lo aceptable en una industria (y una cultura) conservadora en materia moral. A fin de cuentas, Secreto en la montaña es un film conscientemente comercial, cuya agenda política consiste en extender y orientar la virtud pública de la tolerancia a la esfera de los placeres íntimos. En un país en donde todavía se discute la pertinencia de la teoría de la evolución, es comprensible; un homosexual, para muchos, es todavía una anomalía antropológica.
Basada en una historia breve escrita por Annie Proulx, Secreto en la montaña inicia su relato en Wyoming, 1963. Dos jóvenes se conocen circunstancialmente para un trabajo estacional idóneo para vaqueros. En paisajes montañosos solitarios e inhóspitos velan por la seguridad de miles de ovejas. Pero el deseo no se programa, incluso si éste se contrapone a los propios prejuicios que constituyen en parte la identidad de un cowboy proletario. De aquellos días pasarán tres décadas de un amor vivido en secreto, aun cuando ambos puedan establecer sus respectivas familias.

El exceso de preciosismo de las imágenes, su masculina estética Marlboro puede encantar a un público ávido de belleza preestablecida, pero quizás Lee esté sugiriendo con ese cúmulo de panorámicas la necesidad de expandir la perspectiva. De allí que los amantes consumen su amor en aquellos espacios salvajes, incivilizados. En efecto, la elección estética está subordinada a una difusa premisa ética, típica del liberalismo, cuya máxima reza “no ser cruel implica mirar con perspectiva”.

Lee es un director ecléctico. Hulk, El tigre y el dragón, Comer, beber y amar, películas inconmensurables entre sí, excepto por un motivo que se repite: la interrogación por la identidad y sus límites. En este film desprovisto de naturalidad, la escena en la que Ennis Del Mar le reprocha a su ya viejo amante Jack haberlo convertido en lo que es redime al conjunto de la trama. Es un instante de verdad: el personaje intuye que el único tribunal en donde se compadece respecto de la vida elegida es su propia conciencia

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Roger Alan Koza / Con los ojos abiertos
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Estrenos de la semana 02/03/06

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible · Sin valor

por Roger A Koza

Sofía en el país de las maravillas

El increíble castillo vagabundo, Japón-EE.UU., 2004.
Escrita y dirigida por Hayao Miyazaki.

**** Obra maestra


Si un mesiánico y psicótico pollito pequeño dinamitó la inteligencia e imaginación de los niños, el último film de Miyazaki es la mejor medicina audiovisual para desintoxicarlos de una epidemia perpetrada por un marketing inescrupuloso.

¿Un sucesor japonés de Lewis Carroll? Quizás. Inclasificable y singular, Miyazaki es el gran maestro de la animación de todos los tiempos. Si el pasado domingo no se llevó el Oscar en el rubro por El increíble castillo vagabundo poco importa, aunque sería conveniente que el público que ignoró Wallace y Gromit, la ganadora en esta ocasión, otra obra maestra, no deje pasar el nuevo film del director de El viaje de Chihiro.
La magia y la fantasía de Miyazaki nada tiene que ver con el bestiario de Narnia o el paganismo pop de Potter. Ni el cristianismo, ni la difusa religiosidad blandengue de la Nueva Era conforman el universo simbólico de sus películas. Si bien la tradición del viejo Shintoismo japonés configura en parte la interacción entre naturaleza, demonios, brujos y hombres, las películas de Miyazaki son materializaciones estéticas del inconsciente y su fuerza creadora. En efecto, se trata de un cine cuyo estilo narrativo reproduce la lógica de los sueños, de lo que se predica una sucesión de situaciones extrañas y caóticas que parecen ordenarse por un mero capricho, sin advertirse que la trama posee una ostensible coherencia anímica y un significado latente. Lo que se ve puede ser incomprensible. Lo que se siente es identificable.
Basada en una novela inglesa de Diana W. Jones, el contexto de El increíble castillo vagabundo es reconociblemente europeo: una guerra amenaza a los habitantes de un pintoresco y periférico pueblo que bien podría situarse en una Alemania o Suiza de principios del siglo pasado. Pero cuando Sofía, una niña que trabaja confeccionando sombreros, es hechizada por una bruja convirtiéndola en una abuela que cuidará el castillo nómada en donde vive otro hechicero llamado Howl, estamos siendo testigos de la imaginación de Miyazaki. En ese universo todo lo que existe es proclive de mutar, la gravedad no es un impedimento físico y los paisajes naturales son mucho más que territorios de potencial explotación. Como en el teatro Noh, en donde un gesto de la mano denota la aparición de una montaña, las horas del día y el reflejo de la luz en los espacios naturales sugirieren un tono emocional que expresa el sentimiento dominante de los personajes. En el animé la expresión no es jurisdicción del rostro y sus gestos. El primer plano es sustituido por la panorámica.
El increíble castillo vagabundo repite los motivos antibelicistas y ecológicos de otras obras precedentes del realizador, aunque en esta ocasión lo más sorprendente estriba en su concepción transgeneracional de los vínculos, cristalizada en las constantes mutaciones de la heroína, quien aprende a convivir entre su yo juvenil y su yo senil. En todas las edades se aprende, como los espectadores de cualquier edad habrán de constatar a la hora de descubrir el fascinante cosmos animado de Miyazaki.

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Roger Alan Koza / Con los ojos abiertos
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