CON LOS OJOS ABIERTOS

"El límite de mi mirada es el límite de mi mundo". Críticas, crónicas de festivales, programación de cineclubes y apuntes sobre cine.

lunes, agosto 28, 2006

TE DOY MIS OJOS: EL PÚBLICO, LA CRÍTICA Y EL CINE

Por Roger Alan Koza

Un amigo mío llevó irreflexivamente a su hijo a ver Bañeros 3. Me comenta que se durmió pero que su hijo, al menos cuando él estaba despierto, se reía durante la película. Discutimos sobre la mistificación del cine popular en manos de este producto, de su retórica reaccionaria disfrazada de entretenimiento familiar. Días después, mi amigo me llama para contarme una declaración de su hijo. Sin ser inducido por su padre, el niño vio en DVD El cameraman, con Búster Keaton. Y sentenció: “Papá, ésta está mucho mejor que la de los bañeros”.

La anécdota puede ser la prueba de una tesis, el indicio de que el film de Ledo, efectivamente, sobrestima (y desprecia) la inteligencia popular. Pero en verdad, va más allá de ese caso particular. En efecto, el caso mencionado sirve para descifrar la brecha entre los criterios de los críticos cinematográficos y el gusto del público.

Hace un mes atrás el crítico del New York Times, A.O. Scott intentaba pensar esa distancia cada vez mayor entre quienes escriben sobre películas y quienes asisten a verlas, y procuraba explicar y justificar el oficio del crítico. El crítico, decía, trabaja para el espectador, e intenta resguardar para él o ella una concepción del cine entendido como arte, sin negar desde ya su incuestionable costado de entretenimiento popular. Scott no es, precisamente, un crítico radical, alguien capaz de defender un film de Kiarostami a expensas de uno de Scorsese, pero en su artículo bien delimita el problema.

Partamos de esta afirmación de un exponente excelso de esa tradición literaria menor denominada crítica cinematográfica, Siegfried Kracauer: “Un buen crítico sólo puede ser concebido como un crítico de la sociedad”. La afirmación puede parecer exagerada, pues muchos críticos cinematográficos limitan su análisis al placer que le proporciona una película determinada. El gusto del crítico es uno de los tantos criterios a la hora de ejercer el oficio pero no es ni el único, ni el definitorio. Ver una película para juzgar si ésta coincide o no con el gusto de quien escribe es convertir el trabajo del crítico en mero narcisismo ilustrado. Un crítico, más que nadie, debería interpelar su gusto, ampliarlo, cuestionarlo, pues para aprender sobre una película se debe saber que el gusto es proclive al cambio. De lo que predica una función de la crítica: suministrar conceptos pertinentes para la constitución del juicio (estético) del lector y posible espectador, que le permita expandir su gusto. El límite del placer es proporcional al límite respecto de la capacidad de ver.

Pero ¿qué podemos ver? ¿Hay acaso un hilo secreto entre lo que se puede ver y lo que gusta? Un crítico deberías saber: lo que se puede ver regularmente en una sala de estrenos semanales corresponde a un 30% de lo que se puede ver del cine que se realiza en el mundo. Un crítico debería dejar constancia de que existe otro cine fuera de Hollywood. Un crítico, además, debería reconocer que, cuando él redacta su análisis, su mirada está influenciada por una cantidad de películas que el público no ha tenido acceso, y que por tanto habrá de juzgar una película bajo un parámetro comparativo desconocido por muchos de sus lectores.

Pero la descripción anterior corresponde a un crítico ideal, acaso perteneciente a una minoría. Muchos colegas tampoco tienen el privilegio de ver películas fuera del canon que consagra anualmente el mercado, y que Hollywood celebra en su festín obsceno de la noche de los Oscar. En efecto, existe un anónimo pero omnipresente seleccionador que va paulatinamente confeccionando un espectador y también un tipo de crítico, un dictador difuso que impone sus reglas sobre qué es el cine, el placer, la denuncia, la reconstrucción histórica, el amor en la pantalla. Su aforismo predilecto es “lo que el público quiere ver”; su método pedagógico la repetición publicitaria; su triunfo comercial puede verificarse en la irrefutable prueba empírica de que su preferencia es la de todos: los números de taquilla así lo confirman. Sí, nuestro gusto es el gusto diseñado por la lógica del mercado, ese juego perverso y dominante en el que se inventa una necesidad y un placer en el nombre de la libertad del consumidor, del espectador (o el crítico) que supuestamente elige lo que quiere ver. En efecto, si el cine fuera un supermercado de alimentos la oferta se reduciría a alimentos saturados en grasas con escaso valor nutritivo. Todo lo que se puede adquirir en ese gran mercado del cine, lo que hoy se puede ver en una sala, equivale a una dieta monocorde de embutidos, carne picada y alguna ingesta ocasional de proteínas ligeramente saludables. En ese sentido, no debe sorprender que el negocio de las cadenas de exhibición cinematográfica sea, precisamente, la venta de comida chatarra. Hay un misterioso correlato ideológico entre el fast-food y el cine devenido en espectáculo de masas. La ideología siempre está expuesta.

Y es peligroso, también, glorificar el asentimiento masivo de un film como dato que explica su calidad, su verdad estética, aquello que responde al deseo colectivo sobre qué cine se quiere ver. Los números no son un argumento. La verdad (estética) no es una cuestión de consenso. Si hay algún momento rescatable en Manderlay, segundo film de la trilogía sobre Estados Unidos en manos del provocador profesional conocido como Lars von Trier, es el pasaje en donde su angelical protagonista les regala la democracia a los ya negros libres, ayer esclavos, ahora listos para deliberar el destino de su pueblo. La primera gran decisión tomada en conjunto consiste en linchar a un traidor, miembro de la misma comunidad. Dicho de otro modo: las miles de entradas pagadas para ver un film como Bañeros 3 no significa que la verdad pertenece a la mayoría, que si el público responde es porque solamente gusta, y que ese es el cine que se quiere ver. La respuesta masiva es un síntoma de otra cosa: ello denota un momento histórico cultural en el que la experiencia de pueblo se disuelve en la de masa, y ésta como tal implica un debilitamiento de las facultades racionales del individuo, quien carece de una protección y reacción intelectual capaz de hacer frente al poder ominoso y eficaz de la publicidad. Si el cine es una industria de entretenimiento masivo, la publicidad constituye a fuerza de repetición un deseo masivo de consumo. Es un círculo irrespirable aunque admirable en su funcionamiento. ¿Cómo liberar entonces el deseo? ¿Cómo retomar la identidad obnubilada bajo la seducción del marketing? ¿Cómo conocer lo desconocido?

Un crítico de cine, entonces, podría ejercer un rol específico: devenir en crítico social, si se entiende por crítica el acto de desenmascarar qué se dice con una película y desde dónde se enuncia aquello que se dice y muestra, sin dejar de advertir, desde ya, de qué forma un director elige construir las escenas que conforman su película. ¿Por qué en Luna de Avellaneda, por ejemplo, el personaje de Darín jamás cruza el riachuelo para buscar a la niña de clase obrera que aprende danza en el club al que él pertenece? En la próxima película de Oliver Stone sobre los atentados de las torres gemelas, los dos héroes del relato son netamente estadounidenses, aunque las 2.749 personas asesinadas el 11 de septiembre pertenecían a 87 países distintos; una tragedia humana travestida en tragedia nacional. Y ¿por qué la iconografía dominante en el regreso de Superman remite a un cristianismo mesiánico? Curiosa coincidencia respecto de la retórica política de un país, cuyo universo simbólico evoca inescrupulosamente a las cruzadas medievales. Las películas son síntomas del mundo, fantasías colectivas o expresiones de un imaginario social definido. Un crítico debería hacer un esfuerzo por leer el inconsciente de las películas, hacer hablar lo que ellas muestran sesgadamente.

Por eso quien escribe crítica cinematográfica debería tener en cuenta aquellas películas que aportan otras miradas, otros discursos, otros modos de estar en el mundo. A veces son películas que se ven en festivales, y que darles visibilidad en la discusión pública puede significar su posible estreno comercial. Hay que defender las buenas películas, pues de que éstas puedan ser vistas depende de que se forme un buen público. Y es allí que un crítico puede ser el centinela y testigo de que hay algo valioso que el mercado execra por una supuesta rentabilidad deficitaria. ¿Quién sino el crítico puede anunciar y enunciar la importancia de una película desconocida, una capaz de transmitir otra mirada sobre cómo vivimos, resistimos, creamos, amamos? No se trata de devenir en un especialista que pontifica desde las alturas de un suplemento cultural o desde una cátedra para pocos. Se trata más bien en convertirse en un intercesor entre aquellas obras artísticas, populares o de vanguardia, que todavía no encuentran su lugar de exhibición, y su público, propenso a elegir como propio algo que se le impone. Un crítico intercesor escribe sobre películas fantasmas, películas intempestivas aunque necesarias para visualizar algo fundamental de la estructura básica de nuestro mundo. Hay películas que hacen hablar zonas mudas de nuestra experiencia del mundo. ¿Qué fueron acaso Ladrón de bicicleta, Día de fiesta, Noche y niebla? El crítico intercesor puede espigar entre los tesoros del pasado y recordar a un público embotado de novedades de que existe, por ejemplo, un cómico popular llamado Búster Keaton. Pero el crítico intercesor también necesita detectar las películas del futuro, y traducir rápidamente para su público un código desconocido pletórico de posibilidades. Intercesor, vocero, hermeneuta, incluso geógrafo de las imágenes, el crítico debería buscar las películas que abren el horizonte simbólico de sus espectadores, aquellas que estimulan el instinto utópico de la platea.

Hay muchas películas que son explosiones de esperanza, títulos que se extinguen en la infatigable selección artificial del mercado. Un crítico debería vociferar la existencia de un film como Rosetta, de los hermanos Dardenne, de El mundo, de Jia Zhanke, de Juventud em marcha, de Pedro Costa (foto), películas que ennoblecen el séptimo arte y reconstituyen su poder libertario y emancipador. Ese fue el credo de Chaplin, Tati, Keaton; es también la fe innegociable que sostienen todavía realizadores como Godard, Haneke, Cronenberg, Érice, Tarr, Kiarostami. El crítico, en verdad, presta sus ojos al lector. Convertirse en lupa y telescopio de quien no tiene el tiempo de hacer de una pasión una profesión, en eso consiste la deontología del crítico. El crítico ya no solo como artista, la bellísima apología concebida por Oscar Wilde para esta profesión siempre cuestionada, sino también la legitimación de una nueva figura, la del crítico como un obdusman de los derechos estéticos (y políticos) del público por ver imágenes del mundo.

COPYLEFT 2000-2006 / Roger Alan Koza
* Este artículo fue publicado en la sección cultural del matutino La Voz del Interior, del jueves 24 de agosto, 2006.

lunes, agosto 07, 2006

CINECLUB CON LOS OJOS ABIERTOS: CAPILLA DEL MONTE AGOSTO-NOVIEMBRE 2006

SALA POETA LEOPOLDO LUGONES, DEÁN FUNES 536

Este segundo cuatrimestre cinematográfico no es menos ambicioso que el precedente. Un estreno provincial: Cándido López, el necesario film de José Luis García, ganador del premio del público en la competencia oficial de Festival de Cine Independiente de Buenos Aires 2005; hasta ahora estrenado en el MALBA de Buenos Aires, y autorizado especialmente por García para ser exhibido en este cineclub. Además: Emiterio, el premiado cortometraje realizado en Córdoba; una retrospectiva mínima con 5 cortometrajes de Peter Greenaway. Y también la conmovedora Keane, la provocadora Conspiradores del placer, la perturbadora Buenos días, noche. Y lo último e inédito de Kiarostami, Winterbottom y Wenders, sin dejar de nombrar esa obra maestra llamada Playtime de Jacques Tati. Es decir: cine del mejor, del que no se estrena, del que no se consigue en los videoclubes, y el único que puede destituir el cinismo festejado masivamente por películas en la que se celebra la banalidad de unos bañeros infames que se burlan y subestiman la inteligencia popular. Bienvenidos al cine, bienvenidos al respeto por los espectadores todavía dispuestos a creer en el séptimo arte.
Roger Koza, programador.

Martes 8 de agosto a las 21.00hs:
Emiterio, de Diego Seppi y José Tabarelli, Argentina, 2006.
29 minutos / Apta para todo público.
*El director Diego Seppi estará presente en la función.
El premiado cortometraje documental de Diego Seppi y José Tabarelli es un ejemplo virtuoso de cómo evitar lo pintoresco y lo turístico a la hora de explorar un pueblo y una cultura periférica y lejana, en este caso característico del norte argentino. Emiterio Gutiérrez, un tejedor, además de coplero y animador (así denominan a quienes reemplazan a los curas en las misas) es el anfitrión de la mirada de los jóvenes realizadores, que en menos de 30 minutos logran capturar un estilo de vida sin adulterar su naturalidad. Estéticamente elegante y antropológicamente honesta, Emiterio, a través de un conjunto de panorámicas, planos medios y primeros planos, devela las coordenadas simbólicas y materiales de los pobladores de San Isidro, Iruya, cordillera Oriental Salteña. La copla, el tejido, el paganismo yuxtapuesto al cristianismo, las tecnologías pretéritas combinadas con tecnología de avanzada, la transmisión de saberes tradicionales no del todo integrados al sistema de educación estándar, son parte del descubrimiento de este film, cuya prolijidad formal está al servicio de una inquietud antropológica legítima. (RK)
Seguido de
Cándido López: los campos de batalla, de José Luis García, Argentina, 2005.
102 minutos / Apta para todo público.
“Hubo una vez en Sudamérica. Cuando los límites entre los países eran aun imprecisos. Una guerra que apenas figura en los libros de historia”. El consistente y necesario film de José Luis García materializa en imágenes lo que el historiador Tulio Halperín Donghi denomina el orden poscolonial, es decir el período histórico en donde se constituyeron los Estados-Naciones del Sur de América Latina a mediados del siglo XIX. Y el medio de reconstrucción del tiempo pretérito es la pintura de Cándido López, el artista y militar manco que a través de sus cuadros registró la sangrienta guerra contra el Paraguay perpetrada por la Triple Alianza. García parece entender su película como un viaje exploratorio, aunque más apropiado sería pensar a Cándido López como un trabajo de arqueología simbólica. En efecto, en su periplo el joven realizador espiga entre los desechos de la historia y encuentra que el pasado todavía proyecta su herencia en el presente. El imperialismo, la deuda externa, los efectos del vetusto orden poscolonial siguen vigentes, cuyo ejemplo más evidente es la proscripción del guaraní como lengua oficial del Paraguay, medida tomada tras la derrota en 1870, cuya validez caducó en 1992, más de ciento veinte años después. Si los combatientes carecen de ojos en los cuadros de Cándido López, y solo los muertos tiene el derecho a poseer un rostro y una mirada, García les presta al espectador unos lentes poderosos para escrutar la historia que poco se sabe aunque muy a menudo se repite. (RK).
Martes 15 de agosto a las 21.00hs:
Yo y vos y toda la gente que conocemos, de Miranda July, EE.UU., 2005.
91 minutos / No recomendada para menores de 16 años.
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Pequeño Caos, de R.W. Fassbiinder, Alemania, 1966.
Recientemente exhibida en el BAFICI, la opera prima de Miranda July, que además escribió el guión e interpretó a uno de los personajes del film, es una auténtica comedia de cine independiente estadounidense con todos los temas tan caros y propios del género (familias disfuncionales, la incomunicación social, el sexo como último refugio del sinsentido, la mediocridad de la vida suburbana) aunque desprovista del cinismo y posmodernismo chato del indie. July está en las antípodas del cine de Solondz, por ejemplo. En efecto, Yo y vos y toda la gente que conocemos, destila ternura por todos sus personajes, sin dejar de postular una defensa irrestricta por el derecho a la excentricidad. Lo que une a un padre recién separado y sus dos hijos, una videoartista que trabaja como chofer de ancianos, unas adolescentes vírgenes, una solterona directora de un museo, es, precisamente, una visión utópica y transgeneracional sobre la libertad, bien correspondida por la estética del film, despojada y desmarcada de todos los convencionalismos característicos del cine hollywoodense. (RK)
Martes 22 de agosto a las 21.00hs:
La toma, de Avis Lewis, Canadá, 2004
87 minutos / Apta para todo público
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Hanoi, Martes 13, de Santiago Alvarez, Cuba, 1967.
La opera prima de Avis Lewis, escrita por su mujer Naomi Klein, autora del best-seller antiglobalización No logo, es menos agudo e intelectualmente poderoso que aquel libro pero posee la virtud de sintetizarlo e incluso insinuar un concreto pasaje a la acción capaz de contrarrestar la injusticia y “natural” evolución del Capitalismo. Por supuesto, el programa de acción que se ve en La Toma no es suficiente mas constituye un inicio. El punto de partida es el proceso por el cual una gran cantidad de obreros argentinos, perplejos y desesperanzados tras el cierre de cientos de fábricas, deciden tomarlas para recuperarlas demostrando que todavía son productivas. Si bien hay más de 200 casos en el país, Lewis muestra con detenimiento la historia de Forja San Martín, sin dejar de atender ejemplos paradigmáticos como el de las empresas Zanon y Bruckner. Como Lewis y Klein lo señalan, el camino tomado por los obreros bien puede ser catalogado como robo, aunque como insisten los protagonistas el procedimiento elegido podría significarse de otro modo: expropiación. Lo que está en juego es el viejo concepto marxista sobre el control de los medios de producción, y, por extensión, se predica una crítica sobre el concepto mismo de propiedad privada. Argentina, símbolo de los noventa de la política económica dictada por el FMI, como se sabe, llegó a ser paradójicamente la refutación más acabada de tal concepción ante el colapso de fines del 2001. Este es el contexto del film, aunque Lewis vincula tales acontecimientos con el zeitgeist político planetario de principio del milenio: la resistencia contra la globalización, ese impreciso y difuso movimiento que va más allá de la lucha de clases. La toma es, como la propia Klein sostiene en algún pasaje del making of de la película, un poco candorosa si se analiza el panorama político contemporáneo. Sin embargo, su autenticidad es inobjetable y su poder inspirador es incuestionable. Conmovedora y necesaria, La toma es una excelente introducción para radicalizar la imperfecta aunque loable invención griega conocida como democracia. (RK)
Martes 29 de agosto a las 21.00hs:
El viento nos llevará, Abbas Kiarostami, Irán, 1999.
120 minutos / Apta para todo público.
Antes de la película principal se proyectará El día del estreno de Primer plano, de Nani Moretti, Italia, 1992.
El viento nos llevará, otra obra maestra del iraní Abbas Kiartostami, film que transcurre en una aldea de Kurdistán, consigue extraer de la singularidad de esta comunidad y su cultura una suma de tópicos universales que sirven como un espejo viviente de la humanidad. El minimalismo de su historia, un hombre -quizás ingeniero, quizás cineasta aunque también periodista- tiene que esperar un evento único y propio de esa cultura; ello está relacionado con la muerte de una anciana y su concomitante ceremonia. Mientras él y el grupo de asistentes que lo acompañan (a quienes escuchamos pero jamás vemos) esperan, Kiarostami descubre un pueblo, sus costumbres y estilos de vida. Como en otros films del realizador se puede constatar una sensibilidad ética y política reflejada habitualmente en la relación que se establece entre personajes de clase media intelectual de Teherán y gente perteneciente a la clase trabajadora, por lo general, campesinos. Aquí, el pueblo es una metáfora del mundo y su diversidad, en donde ciertos contrastes estructurales como la tensión y oposición entre lo sagrado y lo profano, lo banal y lo sublime, lo singular y lo universal encuentran una expresión directa y particular. El viento nos llevará es una extensa poesía visual acerca de la impermanencia de los objetos y los sujetos, una meditación no desprovista de humor y suspenso (el film posee el mejor gag cinematográfico sobre los teléfonos celulares, y la construcción de su trama no está muy lejos del suspenso hitchcockteano) sobre el mundo en el que vivimos, aún cuando la comunidad retratada sea un exponente del supuesto “eje del mal”. No se exagera si se afirma que el cine iraní se define por una ética y un humanismo casi extintos en otras cinematografías, cuyas bases transcienden los versos del Corán y la confusa situación política del país. (RK)
Martes 5 de septiembre a las 21.00hs:
Tristram Shandy: la historia del gallo y el toro, de M.Winterbottom, Reino Unido, 2005.
91 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Antes de la película principal se proyectará el pasaje titulado Primos, perteneciente a la película Cafés y cigarrillos, de Jim Jarmusch, protagonizado por Steve Coogan y Alfred Molina.
Esta adaptación cinematográfica del magistral libro acaso inadaptable La vida y las opiniones de Tristram Shandy de Laurence Sterne, ícono de la literatura anglosajona del siglo XVIII, es tan divertida e inteligente como 24 Party Hour People, película anterior del prolífico y versátil Michael Winterbottom. Más accesible y universal que aquel film sobre la historia de Manchester y su música de la década del 70, Tristram Shandy es más una película sobre una película que intenta adaptar un libro imposible de llevar al cine. El excelente comediante Steve Coogan es Tristram, su padre y él mismo, y su locuacidad sostiene el tono cómico y filosófico que define la identidad de la película. Tras una primera media hora brillante el resto del metraje quizás no contenga ni el ritmo, ni la sagacidad de su inicio, pero el film de Winterbottom está por encima de las comedias con piloto automático que pululan en cine contemporáneo. (RK)
Martes 12 de septiembre a las 21.00hs:
Tierra de abundancia, de Win Wenders, EE.UU.-Alemania, 2005.
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Copyshop, de Virgil Widrich, Austria, 2001.
A cinco años del atentado de las torres gemelas, Hollywood ya decretó el fin de una interdicción: representar cinematográficamente el desastre, de lo que se predica un supuesto final de una etapa del Capitalismo global. Y mientras varios blockbusters patrióticos esperan por inmortalizar una lectura de la catástrofe, el desapercibido film del católico de izquierdas Wenders logra capturar el mayor impacto posterior al 11 de septiembre: la alteración colectiva del psiquismo de una nación, sus efectos sobre la conducta cívica y política. Al menos esta historia menor que involucra el reencuentro de una joven misionera cristiana con su tío, excombatiente de Vietnam, funciona como una gran alegoría de un país, muy lejos de su tradición libertaria y democrática, y muy cerca de una difusa dictadura administrada a través de una política del miedo infinito. (RK)
Martes 19 de septiembre a las 21.00hs:
Ebrio de mujeres y pintura, de Im kwon-taek Corea del Sur, 2002
117 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Una vida afortunada, de Alexander Sokurov, Rusia, 1996.

El veterano realizador Im kwon-taek ganó por esta película el premio a la mejor dirección en el festival de Cannes del 2002, y no es difícil entender por qué. Este biopic sobre la vida del artista plástico Jang Seung Up posee la suficiente maestría para apropiarse de una técnica excelsa de pintura y traducirla en imágenes, sin abandonar el contexto social y político en el que éste vivió: la Corea del siglo XIX, disputada por chinos y japoneses, gobernada por facciones conservadoras vernáculas. Jang fue un iconoclasta, cuya debilidad por las mujeres y el alcohol, y su total irreverencia respecto de las autoridades políticas y artísticas, además de sus orígenes humildes, le valió una reputación paradójica no exenta de admiradores y detractores. Misteriosamente, este lejano “pariente” de Jackson Pollock desapareció a los 54 años, aunque su obra permanece como un hito de la pintura oriental. Esta es una de las películas en donde la belleza gobierna, y en la que se recuerda por cada fotograma el sentido del arte popular: regalar consuelo a quienes no tienen tiempo para producir hermosura. (RK)
Martes 26 de septiembre a las 21.00hs:
Keane, de Lodge Kerrigan, EE.UU., 2005.
90 minutos / No recomendada para menores de 18 años.
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Water Wrackets, de Peter Greenaway, Reino Unido, 1978.
Después de Rosetta, de los hermanos Dardenne, Keane debe ser una de las pocas películas cuya historia mínima aunque vital y drásticamente humana impacta sensorial y físicamente en el espectador. Este tour de force dirigido por Lodge Kerrigan sigue en un primer plano casi constante la desesperación de un padre que ha perdido a su hija. Una y otra vez visita la estación en donde quizás fue secuestrada, aunque su desequilibrio psíquico puede sugerir también que su trauma pueda responder a una alucinación. Si el trauma por definición es la incapacidad de incorporar un evento doloroso a la propia historia de vida, Keane materializa magistralmente tal axioma, y ello se debe en cierta medida a la interpretación superlativa del ignoto Damian Lewis, cuya labor está por encima de las monerías y caracterizaciones de los últimos ganadores masculinos de Oscars. (RK)
Martes 3 de octubre a las 21.00hs:
Playtime, de Jacques Tati, Francia, 1967.
125 minutos / Apta para todo público.
Variedades a las 20.10hs: Intervals (1973) y H is for house (1976), de Peter Greenaway, Reino Unido.
Mi película favorita de todos los tiempos, esta comedia francesa de 1967 del director y actor Jacques Tati casi con certeza ostenta la puesta en escena más intrincada de la totalidad del cine. Esta versión restaurada, con sus cuatro canales de sonido DTS, expande las posibilidades de perderse en los planos de Tati para luego nuevamente reencontrarse. Su visión de Paris construida en estudio se inicia durante el día, una ciudad enloquecedora, regimentadas por líneas derechas y ángulos rectos hasta llegar a la noche en donde giros accidentales aunque celebratorios permiten que la gente pueda instintivamente encontrarse. El punto más alto es una extraordinaria secuencia, situada en un restaurante que paulatinamente se desintegra, que dura casi la mita del film: una vez que un par de músicos empiezan a actuar, la mirada del espectador sigue inevitablemente a los clientes en una especie de danza improvisada, recolectando y yuxtaponiendo detalles y situaciones cómicas y simultáneas. Los años pasan y la película todavía me enseña a entender específicamente cómo vivir en las ciudades, cómo comprender conjuntos de signos visuales y auditivos disconexos aquí orquestados y agrupados cómicamente. En este paisaje de alienación cualquiera es un turista, pero Tati sugiere que una vez que nos podemos encontrar unos con otros, nos pertenecemos. (Jonathan Rosenbaum, Chicago Reader).
Martes 10 de octubre a las 21.00hs:
Walt Mart, el alto costo de los precios más bajos, de Robert Greenwald, EE.UU., 2005.
93 minutos / Apta para todo público
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Comida, de Jan Svankmajer, República Checa, 1991.
Este documental sobre la explotación sistematizada de la empresa Wal Mart es consistente y metódico. Greenwald como cineasta es tan rudimentario y honesto como Michael Moore, pero carece del narcisismo (y el humor) de este último. Su película permite ver cómo funciona estructuralmente el negocio del precio más bajo y su filiación ideológica, que afecta tanto a simpatizantes de la derecha como de la izquierda, como a empleados de Estados Unidos, China y Honduras (lamentablemente, el film no tiene en cuenta a las filiales argentinas, aunque no es muy difícil imaginar qué puede ocurrirle a un cajero de Wal Mart en nuestro país). No hay duda que el nuevo villano cinematográfico es la corporación como institución. La exposición de este caso abyecto y obsceno debería detener ese acto inconsciente y político de ir de compras a estos engendros concebidos para la exterminación de cualquier economía a escala humana. (RK)
Martes 17 de octubre a las 21.00hs:
Buenas días, noche, de Marco Bellocchio, Italia, 2003.
105 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Hasta la victoria siempre, Santiago Alvarez, Cuba, 1969.
El lúcido director de La sonrisa de mi madre suspende su anticlericalismo cómico para explorar audazmente las contradicciones de la izquierda radical italiana de la década del ’70. El caso en cuestión: el secuestro y el posterior asesinato del primer ministro y líder del partido Demócrata Cristiano Aldo Moro, por parte de las Brigadas Rojas en 1978. Onírico y político, Bellocchio retrata una época, y elige el vínculo de la única mujer del grupo con el prestigioso mandatario para exigir coherencia en la militancia, sin eludir el interés legítimo de querer comprender la extraña fascinación experimentada frecuentemente entre secuestradores y rehenes. Absorbente, estimulante, Buenas días, noche es otra prueba de la estatura del realizador que en Italia, junto a Nanni Moretti, cree todavía en un cine capaz de movilizar el instinto utópico (RK)
Martes 24 de octubre a las 21.00hs:
Conspiradores de placer, Jan Svankmajer, República Checa, 1996
83 minutos / No recomendada para menores de 18 años.
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Dear phone (1976) y Windows (1974), de Peter Greenaway, Reino Unido.
El maestro de animación del surrealismo checo dedica una película entera a legitimar la heterodoxia más delirante sobre los placeres corporales, y no tiene obstáculos moralistas a la hora de imaginar los métodos y prácticas de estos conspiradores. Un conjunto de personajes, fetichistas, sádicos, masoquistas y fóbicos, exploran cómo resolver los requerimientos propios de sus múltiples fantasías. Así dicho, el film puede parecer una apología digna de degenerados, pero la maestría de Svanjmayer, inspirado en Ernst, Buñuel, Freud y el Marques de Sade, se verifica en dotar de humanidad a sus personajes, siendo el humor y no la obscenidad, el modo elegido para contar esta historia que carece diálogos aunque pletórica de significados. Entre planos detalles, técnicas de animación y de marionetas, más una concepción elaborada de la banda de sonido, Svankmajer demuestra un conocimiento acabado de lenguaje cinematográfico, aquí al servicio de la libertad de sus personajes como el de su público. (RK)
Martes 31 de octubre a las 21.00hs:
Moloch, de Alexander Sokurov, Rusia, 2003.
94 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Naturaleza viva, de Mónica Silberstein y Andrés Morales, Argentina, 2005.
*La directora Mónica Silberstein estará presente en la función.
La película más progresista de Sokurov resulta ser también la menos abstracta, aunque su admirable propensión en convertir el cine en pintura en movimiento sigue presente. Después de los acordes de Parsifal de Wagner, contemplar a Eva Braun desnuda bailando por los recovecos de un castillo de fin de semana, bien sugiere la estética de Leni Riefensthal, la cineasta del führer. Puede parecer paradisíaco, aunque quienes descansan en la mansión son los ciudadanos ejemplares de la ignominia y la más alta estirpe de la crueldad. Es 1942. Hitler, Adi, le llama Eva, Goebbels y su mujer, y otros miembros del partido nazi, son los personajes patéticos de este primer episodio de una trilogía destinada a retratar dictadores del siglo XX. El Hitler de Sokurov es, esencialmente, banal y delirante, a tal punto que en sus meditaciones caprichosas roza con la caricatura chaplinesca, aunque aquí la locura del dictador vegetariano alcanza una dimensión física. Moloch está construida como si su estética fuera en sí la representación material del psiquismo caótico y distorsionado de Hitler, sin por ello renunciar también a componer escenas que bien compiten con un cuadro de Rembrandt o Friedrich. (RK)
Martes 7 de noviembre a las 20.45hs:
ABC Africa, de Abbas Kiarostami, Irán, 2001.
83 minutos / Apta para todo público.
Antes de la película principal se proyectará el mediotraje Kiarostami,
La película más accesible de Kiarostami hasta la fecha, aunque algunos han huido debido a su tema (injustificadamente en mi opinión): miles de niños de Uganda que han quedado huérfanos por el SIDA. De hecho, la mayor parte de este documental del 2001 realizado en video digital se circunscribe a mostrar a estos niños cantando y bailando. Pero una breve escena en un hospital y algunas entrevistas nos informan sobre los hechos atroces que necesitamos saber, mientras que la segunda parte de la película va más allá del documental convencional para convertirse en la típica indagación filosófica propia de Kiarostami. Una escena que transcurre en total oscuridad remite a El sabor de la cereza y Al viento nos llevará, y otro set instalado en una casa en ruinas mientras llueve es tan agradable como cualquier escena de Y la vida continúa. Como la mayor parte de la obra madura del Kiarostami, este film se centra en tópicos que conciernen a la interacción entre un director de cine consagrado y la gente humilde, sin dejar de expresar admiración por la capacidad de resiliencia de quienes viven con muy poco. (JR)
Martes 14 de noviembre a las 21.00hs:
Película sorpresa: ¿una sobre Bukowski con Matt Dillon? ¿Shara, de Kawase, quizás la mejor película japonesa de esta década? (Foto) ¿Un film tailandés, chamánico y ultramoderno? ¿La vida del Dalai Lama vista por Scorsese?

Agradecemos especialmente a la Municipalidad de Capilla del Monte, en especial al Sr. Sergio Luziani, director del área de cultura, cuya amabilidad e interés permiten que el cineclub Con los ojos abiertos funcione en la sala poeta Leopoldo Lugones de Capilla del Monte.

Bono contribución: 3 pesos

TODAS LAS PELÍCULAS SE EXHIBEN EN FORMATO DVD

martes, agosto 01, 2006

CINECLUB EN LA CUMBRE: PROGRAMACIÓN AGOSTO -SEPTIEMBRE 2006


CINECLUB CON LOS OJOS ABIERTOS EN LA CUMBRE / SALA LUIS BERTI, BELGRANO 470

Este bimestre no es menos ambicioso que los anteriores. Un estreno provincial: Cándido López, el necesario film de José Luis García, ganador del premio del público en la competencia oficial de Festival de Cine Independiente de Buenos Aires 2005; hasta ahora estrenado en el MALBA de Buenos Aires, y autorizado especialmente por García para ser exhibido en este cineclub. Además: Emiterio, el premiado cortometraje realizado en Córdoba; una retrospectiva con 5 cortometrajes de Peter Greenaway y el inicio del ciclo de Fassbinder. Y también la conmovedora Keane, la provocadora Batalla en el cielo, la perturbadora Buenos días, noche. Y lo último de Godard, Winterbottom y Wenders, sin dejar de nombrar esa obra maestra llamada Playtime de Jacques Tati (primera foto). Es decir: cine del mejor, del que no se estrena, del que no se consigue en los videoclubes, y el único que puede destituir el cinismo festejado masivamente por películas en la que se celebra la banalidad de unos bañeros infames que se burlan y subestiman la inteligencia popular. Bienvenidos al cine, bienvenidos al respeto por los espectadores todavía dispuestos a creer en el séptimo arte.
Roger Koza, programador.

Miércoles 2 de agosto a las 20.30hs:
Tristram Shandy: la historia del gallo y el toro, de M.Winterbottom, Reino Unido, 2005.
91 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
FUNCIÓN ESPECIAL: 19.00hs: Nuestra música, de Jean-Luc Godard, Francia, 2004.
Esta adaptación cinematográfica del magistral libro acaso inadaptable La vida y las opiniones de Tristram Shandy de Laurence Sterne, ícono de la literatura anglosajona del siglo XVIII, es tan divertida e inteligente como 24 Party Hour People, película anterior del prolífico y versátil Michael Winterbottom. Más accesible y universal que aquel film sobre la historia de Manchester y su música de la década del 70, Tristram Shandy es más una película sobre una película que intenta adaptar un libro imposible de llevar al cine. El excelente comediante Steve Coogan es Tristram, su padre y él mismo, y su locuacidad sostiene el tono cómico y filosófico que define la identidad de la película. Tras una primera media hora brillante el resto del metraje quizás no contenga ni el ritmo, ni la sagacidad de su inicio, pero el film de Winterbottom está por encima de las comedias con piloto automático que pululan en cine contemporáneo. (RK)

Nuestra Música: El último film de Jean Luc Godard es uno de los más accesible del maestro suizo, acaso el cineasta más importante vivo en actualidad. Sin dudas el siglo XX es impensable sin el cine, o, dicho de otra manera, el cine es precisamente la condensación de lo más novedoso y singular del siglo pasado. Es Godard el mejor intérprete de dicha tesis, y en esta meditación sobre la guerra como práctica general de nuestra especie, precisa cinematográfica y filosóficamente cómo explorar y quizás contrarrestar el embrutecimiento colectivo a escala global. Divida en tres capítulos a la clásica usanza de la Divina Comedia de Dante, el film se centra en una conferencia sobre literatura organizada en Sarajevo en la que Godard es uno de los tantos oradores. Su lección sobre la diferencia entre texto e imagen, y su argumento respecto de que Israel es ficción y Palestina documental, son indiscutiblemente originales. Como siempre sobrevuela el humanismo del Otro hombre de pensador judío Levinas, aunque el sentido cómico de Godard, impropio de dicho filósofo, le permite imaginar un paraíso custodiado por policías militares estadounidenses. (RK)
AGRADECEMOS LA COPIA DE NUESTRA MÚSICA A JUAN JOSÉ GORRASURRETA, PROGRAMADOR DEL CINECLUB LA QUIMERA Y SUS COLABORADORES DEL CINECLUB EL AVISPÓN VERDE

Miércoles 9 de agosto a las 20.30hs:
Emiterio, de Diego Seppi y José Tabarelli, Argentina, 2006.
29 minutos / Apta para todo público.
*El director Diego Seppi estará presente en la función.
El premiado cortometraje documental de Diego Seppi y José Tabarelli es un ejemplo virtuoso de cómo evitar lo pintoresco y lo turístico a la hora de explorar un pueblo y una cultura periférica y lejana, en este caso característico del norte argentino. Emiterio Gutiérrez, un tejedor, además de coplero y animador (así denominan a quienes reemplazan a los curas en las misas) es el anfitrión de la mirada de los jóvenes realizadores, que en menos de 30 minutos logran capturar un estilo de vida sin adulterar su naturalidad. Estéticamente elegante y antropológicamente honesta, Emiterio, a través de un conjunto de panorámicas, planos medios y primeros planos, devela las coordenadas simbólicas y materiales de los pobladores de San Isidro, Iruya, cordillera Oriental Salteña. La copla, el tejido, el paganismo yuxtapuesto al cristianismo, las tecnologías pretéritas combinadas con tecnología de avanzada, la transmisión de saberes tradicionales no del todo integrados al sistema de educación estándar, son parte del descubrimiento de este film, cuya prolijidad formal está al servicio de una inquietud antropológica legítima. (RK)
SEGUIDO POR
Cándido López: los campos de batalla, de José Luis García, Argentina, 2005.
102 minutos / Apta para todo público.
“Hubo una vez en Sudamérica. Cuando los límites entre los países eran aun imprecisos. Una guerra que apenas figura en los libros de historia”. El consistente y necesario film de José Luis García -materializa en imágenes lo que el historiador Tulio Halperín Donghi denomina el orden poscolonial, es decir el período histórico en donde se constituyeron los Estados-Naciones del Sur de América Latina a mediados del siglo XIX. Y el medio de reconstrucción del tiempo pretérito es la pintura de Cándido López, el artista y militar manco que a través de sus cuadros registró la sangrienta guerra contra el Paraguay perpetrada por la Triple Alianza. García parece entender su película como un viaje exploratorio, aunque más apropiado sería pensar a Cándido López como un trabajo de arqueología simbólica. En efecto, en su periplo el joven realizador espiga entre los desechos de la historia y encuentra que el pasado todavía proyecta su herencia en el presente. El imperialismo, la deuda externa, los efectos del vetusto orden poscolonial siguen vigentes, cuyo ejemplo más evidente es la proscripción del guaraní como lengua oficial del Paraguay, medida tomada tras la derrota en 1870, cuya validez caducó en 1992, más de ciento veinte años después. Si los combatientes carecen de ojos en los cuadros de Cándido López, y solo los muertos tiene el derecho a poseer un rostro y una mirada, García les presta al espectador unos lentes poderosos para escrutar la historia que poco se sabe aunque muy a menudo se repite. (RK).
Miércoles 16 de agosto a las 20.30hs:
Buenas días, noche, de Marco Bellocchio, Italia, 2003.
105 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Variedades a las 20.10hs: Dear phone (1976) y Windows (1974), de Peter Greenaway, Reino Unido.
El lúcido director de La sonrisa de mi madre suspende su anticlericalismo cómico para explorar audazmente las contradicciones de la izquierda radical italiana de la década del ’70. El caso en cuestión: el secuestro y el posterior asesinato del primer ministro y líder del partido Demócrata Cristiano Aldo Moro, por parte de las Brigadas Rojas en 1978. Onírico y político, Bellocchio retrata una época, y elige el vínculo de la única mujer del grupo con el prestigioso mandatario para exigir coherencia en la militancia, sin eludir el interés legítimo de querer comprender la extraña fascinación experimentada frecuentemente entre secuestradores y rehenes. Absorbente, estimulante, Buenas días, noche es otra prueba de la estatura del realizador que en Italia, junto a Nanni Moretti, cree todavía en un cine capaz de movilizar el instinto utópico (RK)
Miércoles 23 de agosto a las 20.30hs:
Playtime, de Jacques Tati, Francia, 1967.
125 minutos / Apta para todo público.
Variedades a las 20.10hs: Intervals (1973) y H is for house (1976), de Peter Greenaway, Reino Unido.
Mi película favorita de todos los tiempos, esta comedia francesa de 1967 del director y actor Jacques Tati casi con certeza ostenta la puesta en escena más intrincada de la totalidad del cine. Esta versión restaurada, con sus cuatro canales de sonido DTS, expande las posibilidades de perderse en los planos de Tati para luego nuevamente reencontrarse. Su visión de Paris construida en estudio se inicia durante el día, una ciudad enloquecedora, regimentadas por líneas derechas y ángulos rectos hasta llegar a la noche en donde giros accidentales aunque celebratorios permiten que la gente pueda instintivamente encontrarse. El punto más alto es una extraordinaria secuencia, situada en un restaurante que paulatinamente se desintegra, que dura casi la mita del film: una vez que un par de músicos empiezan a actuar, la mirada del espectador sigue inevitablemente a los clientes en una especie de danza improvisada, recolectando y yuxtaponiendo detalles y situaciones cómicas y simultáneas. Los años pasan y la película todavía me enseña a entender específicamente cómo vivir en las ciudades, cómo comprender conjuntos de signos visuales y auditivos disconexos aquí orquestados y agrupados cómicamente. En este paisaje de alienación cualquiera es un turista, pero Tati sugiere que una vez que nos podemos encontrar unos con otros, nos pertenecemos. (Jonathan Rosenbaum, Chicago Reader).
Miércoles 30 de agosto a las 20.30hs:
Keane, de Lodge Kerrigan, EE.UU., 2005.
90 minutos / No recomendada para menores de 18 años.
Variedades a las 20.10hs: Water Wrackets, de Peter Greenaway, Reino Unido, 1978.
Después de Rosetta, de los hermanos Dardenne, Keane debe ser una de las pocas películas cuya historia mínima aunque vital y drásticamente humana impacta sensorial y físicamente en el espectador. Este tour de force dirigido por Lodge Kerrigan sigue en un primer plano casi constante la desesperación de un padre que ha perdido a su hija. Una y otra vez visita la estación en donde quizás fue secuestrada, aunque su desequilibrio psíquico puede sugerir también que su trauma pueda responder a una alucinación. Si el trauma por definición es la incapacidad de incorporar un evento doloroso a la propia historia de vida, Keane materializa magistralmente tal axioma, y ello se debe en cierta medida a la interpretación superlativa del ignoto Damian Lewis, cuya labor está por encima de las monerías y caracterizaciones de los últimos ganadores masculinos de Oscars. (RK)
Miércoles 6 de septiembre a las 20.30hs:
Ebrio de mujeres y pintura, de Im kwon-taek, Corea del Sur, 2002
Duración: 117 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Variedades a las 20.10hs: Una vida afortunada, de Alexander Sokurov, Rusia, 1996.
El veterano realizador Im kwon-taek ganó por esta película el premio a la mejor dirección en el festival de Cannes del 2002, y no es difícil entender por qué. Este biopic sobre la vida del artista plástico Jang Seung Up posee la suficiente maestría para apropiarse de una técnica excelsa de pintura y traducirla en imágenes, sin abandonar el contexto social y político en el que éste vivió: la Corea del siglo XIX, disputada por chinos y japoneses, gobernada por facciones conservadoras vernáculas. Jang fue un iconoclasta, cuya debilidad por las mujeres y el alcohol, y su total irreverencia respecto de las autoridades políticas y artísticas, además de sus orígenes humildes, le valió una reputación paradójica no exenta de admiradores y detractores. Misteriosamente, este lejano “pariente” de Jackson Pollock desapareció a los 54 años, aunque su obra permanece como un hito de la pintura oriental. Esta es una de las películas en donde la belleza gobierna, y en la que se recuerda por cada fotograma el sentido del arte popular: regalar consuelo a quienes no tienen tiempo para producir hermosura. (RK)
Miércoles 13 de septiembre a las 20.30hs:
Tierra de abundancia, de Win Wenders, EE.UU.-Alemania, 2005.
123 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Ciclo de cine experimental a las 19.10hs: Nubes, de Marion Hänsel, Bélgica, 2001.
A cinco años del atentado de las torres gemelas, Hollywood ya decretó el fin de una interdicción: representar cinematográficamente el desastre, de lo que se predica un supuesto final de una etapa del Capitalismo global. Y mientras varios blockbusters patrióticos esperan por inmortalizar una lectura de la catástrofe, el desapercibido film del católico de izquierdas Wenders logra capturar el mayor impacto posterior al 11 de septiembre: la alteración colectiva del psiquismo de una nación, sus efectos sobre la conducta cívica y política. Al menos esta historia menor que involucra el reencuentro de una joven misionera cristiana con su tío, excombatiente de Vietnam, funciona como una gran alegoría de un país, muy lejos de su tradición libertaria y democrática, y muy cerca de una difusa dictadura administrada a través de una política del miedo infinito. (RK)

Nubes: A mitad de camino entre la obra maestra de James Benning, Diez cielos y uno de los tantos ensayos cinematográficos naturalistas nueva era de la década de los ’80, en la tradición de Koyaanisqatsi, este film sobre nubes de todo tipo está matizado por un conjunto de cartas (leídas en esta versión por Charlotte Rampling) de una madre a su hijo. Finalmente, el ingenioso deseo de entender la volatilidad de las nubes como un acertijo existencial que refleja la impermanencia de la vida como tal, incluye una exploración menor sobre la pintura no exenta de interés estético, aunque Hánsel, inteligentemente, no impone un sumo y numinoso artífice respecto de la belleza pluralista de las nubes. El cielo es una creación sin creadores, un puro devenir de formas y colores independientes de leyes que lo gobiernen. Las nubes como pintura del azar, como arte involuntario de la atmósfera. (RK)
AGRADECEMOS LA COPIA DE NUBES A LOS MIEMBROS DE LA REVISTA KANE

Miércoles 20 de septiembre a las 20.30hs:
Batalla en el cielo, de Carlos Reygadas, México, 2004.
94 minutos / No recomendada para menores de 18 años.
Variedades a las 19.45 hs: mediometraje sobre Werner Fassbinder, seguido de entrevista a Win Wenders sobre Tierra de abundancia.

La película del mejicano Carlos Reygadas abrió el penúltimo festival de Cannes, y desde ya fue un escándalo: sexo, paganismo, cristianismo, rencor de clase, todo ello concatenado en un film en donde el chofer casado de un general mantiene un secreto amor por la hija de su patrón, quien a su vez se prostituye por diversión. Así descrito puede parecer un banal melodrama, pero Reygadas es un realizador prodigioso, y transforma este material en un ensayo poético y filosófico sobre las pulsiones del cuerpo y la codificación del mismo en la tradición cristiana. Los planos secuencias y el trabajo sobre la banda de sonido confirman la idoneidad y el rigor del director de Japón, cuyo cine todavía está en un período de evolución. (RK)
* Batalla en el cielo contiene escenas de sexo explícito que pueden dañar la sensibilidad del espectador.

Miércoles 27 de septiembre a las 20.30hs:
Todos amamos a Alí, de Werner Fassbinder, Alemania, 1979.
93 minutos / No recomendada para menores de 13 años.
Variedades a las 20.10hs: El pequeño caos, de Werner Fassbinder, Alemania, 1963.
Rainer Werner Fassbinder se apropia del melodrama hollywodense All That Heaven Allows, de Douglas Sirk y lo lleva más allá de su límite: se convierte en un romance de mayo a diciembre entre un trabajador marroquí y una mujer mayor que trabaja como limpiadora. El estilo visual es casi enteramente el de Sirk, pues enfatiza artificial y festivamente los colores primarios y aprisiona cada plano en el siguiente, aunque el distante, desecado, aunque finalmente apasionado estilo interpretativo es puro Fassbinder. Este film de 1974 se mantiene como uno de sus logros más enérgicos, situado entre sus austeras películas de bajo presupuesto y el manierismo de su último período. (Dave Kehr, Chicago Reader).

Agradecemos especialmente a la Municipalidad de La Cumbre, a su intente Carlos Engel y a la secretaria de turismo, Marcela Medo. También nuestro reconocimiento a Lucy Pravia, Viviana Ollua, Leo Menna y Carolina Araya por la ayuda constante en llevar adelante este emprendimiento cultural.